miércoles, 27 de agosto de 2008

VI.- Rasgos mentales

Nota sobresaliente en la faceta intelectual del Libertador es la objetividad, o sea, la característica mental que permite reconocer y apreciar los hechos -independientemente de la simpatía ó antipatía que pueden inspirar- en su tamaño propio y dentro de estructuras totales.

La objetividad en Bolívar se expresa en dos direcciones. Una individual, autocrítica, consistente en el exacto conocimiento de sí mismo. Y otra referida hacia los demás, la ecuanimidad.

En lo político es fundamental conocerse. Es rara esta cualidad; lo corriente es que el individuo ignore sus posibilidades, que se supervalore o se subestime, que tenga entrabada su personalidad por una de esas embarazosas armaduras psíquicas que son los complejos. En el inicio de su vida pública, Bolívar escribió: "Es siempre útil el conocerse, y saber lo que se puede esperar de sí", I-24. Con claridad entendió cual era su empresa, y no se equivocó en cuanto a su temperamento y a sus aptitudes. Dice que no está hecho para la función sedentaria, I-1107 y que detesta la administración. Sabe que los peligros lo tonifican; siente que su ánimo se estimula ante la adversidad. No pide reposo material para pensar mejor; sabía abstraerse, aislarse en medio de humanos torbellinos y concentrarse en la reflexión. "Hay hombres -decía- que necesitan estar solos y bien retirados de todo ruido para poder pensar y meditar; yo pensaba, reflexionaba y meditaba en medio de la sociedad, de los placeres, del ruido y de las balas. Sí, me hallaba solo en medio de mucha gente, porque me hallaba con mis ideas y sin distracción", Bucaramanga, 154.

En cuanto a su estricta personalidad mental, la descripción más exacta, comprobable por quienquiera que analice su obra, es la que él mismo condensara así en 1825: "No soy difuso..., soy precipitado, descuidado e impaciente..., multiplico las ideas en muy pocas palabras", I-1099.

Un testimonio fidedigno, aparte de los escritos a disposición del más severo examen, el de Luis Peru de Lacroix em 1828, confirma la concisión bolivariana. Peru de Lacroix lo observó muy de cerca. "En todas las acciones del Libertador y en su conversación se ve siempre, como he dicho, una extrema viveza: sus preguntas son cortas y concisas; le gustan contestaciones iguales, y cuando alguno sale de la cuestión, le dice, con una especie de impaciencia, que no es lo que ha preguntado: nada difuso le gusta", Bucaramanga, 335.

Su precipitación la había advertido desde su niñez; en la primera carta que de él se conserva, dice que se le "ocurren todas las especies de un golpe", I-14. Esa precipitación le impedirá ser más afortunado y certero en la planificación de ciertas instituciones: Es igualmente facil comprobar lo que afirma sobre su descuido e impaciencia (1).

Merece consideración particular su aserto autocrítico de que multiplica las ideas en muy pocas palabras. El mérito de Bolívar, implícito en su peculiar don de síntesis, es el de su riqueza conceptual e ideológica. podrían citarse muchas expresiones suyas, líneas breves con una insospechada potencia de enseñanza. por esta característica, su pensamiento ha sido objeto de las más diversas interpretaciones; algo parecido a lo que, salvando la distancia, ocurre con versículos bíblicos. Todos los políticos de buena y mala ley, los gestores de todos los partidos americanos han buscado en palabras de Bolívar, banderas para sus parcialidades; ello no lo asombra: "Con mi nombre se quiere hacer en Colombia el bien y el mal, y muchos lo invocan como el texto de sus disparates", II-837. Medítese la frase: el texto de sus disparates, y se comprenderá porqué ha sido difícil para el lector ordinario, acostumbrado a las informaciones indirectas, el conocimiento verídico de las ideas de Bolívar. En la mayor parte de los casos, el lector común, nuestro hombre medio, precisamente aquel para quien forjó el Libertador su doctrina, se halla perplejo al no poder separar la propaganda de la verdad. Son muy escasos los intérpretes objetivos y globales del pensamiento bolivariano, todavía se persiguen en la obra del Libertador expresiones sueltas, nada representativas, para pretender justificar indignidades o cubrir villanías. A Bolívar no puede comprendérsele si el estudioso no posee al par que una mentalidad científicamente capaz, comprensiva y avisada, una gran escrupulosidad ética. Aún abundan esos que hábilmente silencian la voz acusadora de Bolívar, para dar resonancia a la parte que parece servirles en sus aventuras; pero si esta traición al pensamiento bolivariano en cuanto a un inteligente escamoteo de sus palabra, es absolutamente perniciosa, más lo es aún la interpretación desgajada de su unidad original. Son solidariamente culpables del pésimo conocimiento que se tiene de Bolívar todos sus intérpretes fragmentarios. Su obra no es para leerse y comprenderse por cuotas, ni para asimilarse en frases aisladas. El estudio honesto y naturalmente el estudio científico -con la ética propia de la genuina investigación- ha de penetrar en la unidad, ha de reconstruir previamente el panorama; en este sentido el método indicado es buscar la estructura, entender en conjunto y asimilar de manera global. Tal es la fórmula para un acercamiento válido a su obra; y no se crea que ésta es una recomendación influida por los métodos científicos en boga, es pauta del propio Libertador, quien precisamente refiriéndose al Discuso de Angostura -su más densa expresión política- da al futuro la técnica interpretativa por intermedio de su amigo Don Guillermo White: "Tenga Ud. la bondad de leer con atención mi discurso, sin atender a sus partes, sino al todo de él", I-442.

Múltiples testimonios de un espíritu ecuánime, de una mentalidad objetiva capacitada para mirar la verdad sin apasionamiento, hallamos repetidas veces en su obra (2).

Su ecuanimidad no se empaña ni se desmiente, ni siquiera cuando se trata de hechos que le atañen por referirse a su familia (3). Tampoco cuando se trata de sus amigos; los conoce bien, y sabe donde pueden dar el mejor rendimiento. Sus aciertos en calificar méritos son notables, el cariño no logra desviarlo; así dice llanamente a Santander en 1823 "los intendentes de Bogotá y Caracas son eminentemente malos, con ser los mejores hombres del mundo y mis mejores amigos", I-817. Esta virtud mental posee mucho interés para la estimación de su labor intelectual; ya no habrá sorpresa cuando se diga que el Libertador era un observador de mirada precisa, capacitado para formular una crítica imparcial. Tal cualidad, especialmente, ha de tener fecunda proyección en su opinión política, sociológica e histórica.

Era además un hombre de mirada aguda; no pasaba tan inadvertídamente por encima de las cosas mínimas, como pudiera creerse (4). Está siempre atento a su circunstancia con ojos que abarcan a los grandes hechos y a los pequeños: en Guayaquil nota prontamente que se casan muy temprano los muchachos, I-736; desde Lima subraya que "en Caracas era moda pensar todos mal contra el gobierno", I-1416, Y véase igualmente el caso del joven Michelena a quien destituye en Lima; la conducta de Bolívar responde en este caso a un cuidadoso proceso de observación (5).

Su don observador unido a su ecuanimidad llévalo a un conocimiento exacto de sus hombres; ya anotamos que conocía las aptitudes de estos (6). Estudiaba la personalidad psíquica de sus amigos y aplicaba a cada uno el tratamiento adecuado; en este sentido es un psicólogo espontáneo. Sus cartas más cuidadosas y políticas son para Santander (7), sus cartas más plenas de nobleza y afecto son para Sucre. Pero donde puede estudiarse más fácilmente el conocimiento psicológico del Libertador respecto a los tipos humanos de nuestros países, es en el caso de Páez; para el investigador contemporáneo resulta fácil la prueba por ser el tipo del llanero uno de los más divulgados y tratados en la literatura, las ciencias y el arte en general. En las cartas de Bolívar a Páez con motivo de los sucesos de 1826, brilla el psicólogo: Bolívar conoce el tratamiento debido al líder llanero: a su juicio "el hombre más peligroso para Colombia", Bucaramanga, 241, le habla claro como superior jerárquico, pero con tacto inefable, no débil pero tampoco violento ya que "con Páez no se debe usar de este lenguaje, porque el día que se encienda la sangre, su sangre le sirve de mucho", I-1378. En todo caso cuando es preciso subir el tono, atempera los términos duros con esperanzas muy lisonjeras si se llaga a un acuerdo. Como anuncio que le abra paso en sus conversaciones envía al jefe llanero -tipo sentimental conquistable por el cariño- una lanza y una botonadura de oro que hizo fabricar en Potosí con las armas de Colombia; y le anuncia además: "Llevo a Ud. dos caballos que he traido desde Chile y el Perú, cuyo mérito principal será la fe del bautismo, sin dejar de ser buenos. Otras bagatelas también llevo para Ud. con más o menos valor justo o moral", I-1459. En esa peligrosa oportunidad, cuando se vislumbra el separatismo y Colombia tambalea, tiende Bolívar hábilmente el lazo psicológico: la lanza que le envía es "el símbolo de su valor y de nuestra libertad: la verdadera arma de Colombia y de Páez", I-1459. En otra ocasión, igualmente por imperativos de ese conocimiento de la psicología de Páez, Bolívar llega a usar la palbra "virreinato" (que a él nada agradaba) para comparar la resultante de una modificación política que participa al caudillo del llano y que, está seguro, éste aceptará más facilmente,II-429. Pero la fineza psicológica llega a su cabal expresión cuando el el crítico año 29, deseando que Páez le ofrezca expresamente acatamiento y adhesión, se adelanta y le escribe: "Digo a Ud., bajo mi palabra de honor, que serviré con el mayor gusto a sus órdenes si es Ud. el jefe del Estado; y deseo que Ud. me haga la misma protesta de su parte en el caso de que sea otro el que nos mande", II-842.

Inclusive presenta rasgos de psicólogo social; podría recordarse poe ejemplo cómo advirtiendo que el peligro y la tarea comunes provocan la unificación interna, proyecta una expedición sobre Puerto Rico, la cual "nos va a dar la ventaja de hacer más fuerte y duradera la reconciliación en que trabajamos", II-24.

Por último en la fisonomía intelectual de Bolívar señalaremos su tendencia discreta al humorismo, la facilidad para captar -hasta en momentos serios- la nota risueña. Asimismo llamamos la atención sobre su forma tan espontánea de mezclar expresiones populares en sus cartas; Bolívar repetía frases del vulgo, conocía sus refranes y los aplicaba con tino (8).

NOTAS:

1. Eu una de sus cartas se desliza este párrafo que el propio editor publica con salvedades: "He sabido por Demaquet que su señora ha parido felizmente un robusto niño, y que tuvo Ud. el sentimiento de perder al mismo tiempo que le precedía. Creo que fácilmente reparará Ud. esta pérdida y, por lo mismo, doy a Ud. y a mi señora Dolorita muchos parabienes por ambos sucesos", II-680.

En algunos casos cae eu una indescifrable confusión: "La noticia sobre la pasada de Olañeta a nosotros por la parte del Sur, llevándose prisonero a Carratalá después de haberlo batido es, comunicada, por un calero, papelista, con cuya mujer, a quien se dirige el godo según parte, está contraído un tal Mayz, hermano del marqués de la Real Confianza, vecino que fué de Pazco, de modo que el godo que escribe a la mujer de calero es el tal Mayz, que existe entre los españoles", I-969.

No se olvide que él mismo confieza tener el hábito de firmar las cartas sin leerlas y de dictar varias simultáneamente. En 1829 escribe: "Firmé la carta sin leerla, como lo hago muy frecuentemente cuando estoy de prisa; y sucede también que tengo que enmendarlas cuando las leo, porque Martel se olvida de las palabras y pone las que le ocurren", II-725. Cf. además: Bucaramanga, 254.

2. La justicia, en su concepto, debía pronunciarse igual para todos; así, en el caso de uno de los mejores servidores de la nación -acusado de asesinato- su respuesta fue que se le castigase si era culpable, I-426. "Es preciso el último rigor con los malvados, sean godos o sean patriotas, porque la república gana con la destrucción de un buen realista como de un mal ciudadano. El crimen en todos los partidos es igualmente odioso y condenable: hagamos triunfar la justicia y triunfará la libertad", I-417. Diversos ejemplos: a Don Vicente Salias, redactor de la"Gaceta de Caracas", EN 1814: "Acusar al gobernador de Curazao por haber saludado con salvas de artillería a Monteverde, no solo es impropio en los términos en que se hace, sino además es absurdo chocante. Está mandado por todas las ordenanzas del mundo civilizado; y es el uso constante de las naciones, tributar a los jefes militares y ministros diplomáticos extranjeros, los honores que les corresponden: y bajo este concepto no hizo más que llenar un deber de su autoridad el gobernador de Curazao, haciéndolos a un general español. Insinuar que en vez de estos honores debió ser puesto en un consejo deguerra por no haber defendido a Venezuela, es una represión que puede más bien dirigirse a la nación española, que debe juzgar de la conducta de Monteverde, y no a un jefe de la nación británica, que unicamente debe atender a las decoraciones de aquél", I-91. Es la misma ecuanimidad que lo lleva a recomendar para un destino público a un amigo suyo, no por amigo sino por probo y honrado, I-1277. Es la misma claridad mental que le permite apreciar en un capitán patriota que "es algo chismoso aunque muy activo para andar", I-780; o en un coronel que "aunque sea mártir, es un necio embustero", I-1095; o en otro militar que, no obstante ser "amigo también es un pobre hombre en eso de mandar tropas", II-946. En cierto momento se expresa así de un antiguo oficial: "El es un tonto en lo que piensa, pero es un hombre de bien en el fondo y no es capaz de hacer daño a nadie, y aunque nunca hemos sido amigos, siempre lo he juzgado así", II-459. Adviértase que en estas expresiones no hay rebuscamiento, no son opiniones premeditadas con fines efectivistas: son frutos sinceros de su calidad mental y anímica. Es en todo instante el hombre ecuánime y equilibrado, el hombreen plan de diferenciaciones, dotado de una mentalidad que le permite distinguir matices.

3. "Dígale Ud. a Don Perucho que me ha alegrado mucho de que haya peleado con mi hermana por cumplir con su deber, y que si hubiera hecho otra cosa me hubiera parecidoinfame, como me han parecido los testigos falsos de la tal justificación. Añado que mis hermanas no necesitan de nada porque yo les he señalado todas las rentas de mi caudal para que vivan, y que no merece llevar mi nombre la que ha pretendido, por una impostura, manchar la muerte de su hijo que ha perecido gloriosamente por su patria. Dígale Ud. que le mando este recado: que ahora he conocido más que nunca que él es disgno de la opinión que me merece", I-853.

4. "El Libertador es muy observador, y nota hasta las pequeñas menudencias: no le gusta el mal educado, el atrevido, el hablador, el indiscreto y el descomedido; y como nada se le escapa, tiene placer en criticarlos, ponderando siempre un poco aquellos defectos", Bucaramanga, 336.

5. A Santander: "No se admire Ud. al saber que Michelena vuelve a Colombia dejando vacante el empleo de secretario de nuestra legación en el Perú. Yo me he visto obligado a disponerlo así, porque ya no se podían tolerar que cometía a cada instante. Yo le aseguro a Ud. que jamás he conocido un muchacho más necio ni más pagado de sí mismo: él todo lo había visto; todo lo sabía; todo lo ajeno le parecía mal; todo lo criticaba; y en fin, eran tantos los disparates que decía que ya era muy conocido en la ciudad. Aunque él no es malo de carácter, tiene tan poca o ninguna capacidad para ejercer un destino de tanta importancia, que me ha parecido más útil para él y para el gobierno que deje el puesto a otro que hablando menos sepa más", I-1315.

6. "El Libertador tiene el talento el más fácil y lo más crítico para hacer un retrato moral: sus pinceladas son rápidas, enérgicas y verdaderas. En pocas palabras hace conocer el individuo de quien se ocupa". Bucaramanga, 244.

7. El Gral. Santander poseía una mentalidad lúcida, fácil para la intriga y para la sorpresa, pronta a no dejarse envolver; no en balde le observa Bolívar: "Las cartas de Ud. son más pequeñas que las mías; no sé por que será", I-1090. Nótese que una vez a Soublette -político de discrección comparable a la de Santander- hace un reparo similar: "Tengo a la vista dos cartas, a cual más pequeñas, de Ud.", II-69. El Libertador responde siempre a Santander con especial cuidado. Y desliza en no pocas ocasiones la ironía: En 1820 le escribe: "...como entonces yo no he de mandar, lo convidaré a Ud. para que nos vayamos juntos, aunque yo desearía no tener tan buena compañía, por tal que la república tuviese un jefe capaz de dirigirla", I-445. Es mal disimulada la ironía del siguiente párrafo, en un momento en que Santander ha hecho retardar el permiso para que Bolívar pase al Perú: "No puede Ud. imaginar que agradecido estoy de Ud. y al Congreso por esta gracia: a Ud. por haberla agenciado, y al Congreso por haberla hecho", I-793. Adviértase el doble sentido: "Me aseguran que tiene Ud. muchos votos para presidente; si es así esto es prueba del juicio de Colombia, y más que todo del acierto con que Ud. se ha manejado", I-1049.

8. Recomendaciones como aquella de "pídale Ud. a su antidad el congreso, un boleto para pecar contra las fórmulas liberales, con reunión de culpa y pena", I-739; frases como "mi querido amigo el poder ejecutivo", I-1002; "se lleva el diablo todo", II-169; II-293: "echa ajos a los hombres por ristras", II-958; "Caracas está embochinchado", I-1253; o disminutivos como Don Perucho o Ibarrita; y palabras como "fandango", "remolones", "rum-rum", "pamplina", "machaca", "cositas", "dichito", "naturalote", etc., no son difíciles de hallar en la correspondencia. Tampoco son raros los brotes de humor en sus despedidas: "Soy de Ud. de todo corazón, su enfermo y disgustado amigo, que no sé como ha podido dictar esta carta", I-866; "yo deseo que me vengas a ver si tus males y tu mujer te lo permiten", I-1056. Refranes y frases refranescas dan colorido, amenidad y vida, a no pocos pasajes de sus graves epístolas; entre otros, los siguientes ilustran sobre su compleja fisonomía intelectual eternamente aireada, siempre renovada y alerta: "Quien hace un cesto hace un ciento", I-922; "la ocasión no tiene más que un pelo" I-981; "lo pasado, pasado, y a lo hecho pecho", I-1127; "como casabe en caldo caliente", I-254; "escogido como un ramito de romero", I-871; "no durará más que una cuchara de pan", II-759; "no hay mal que por bien no venga", I-827, "le trataron como al diván de Constantinopla", I-254; "no reparan ni en mesas ni en castañas", II-28; "tenemos carretadas de generales", II-345; "ya está el toro en la plaza, ahoravamos a ver quienes son los guapos", II-374; "a burro lerdo, arriero loco", II-374.

2 comentarios:

Andrea Estefanía Bermúdez de Poletti dijo...

ExceLente publicación!
me ayudo con una tarea que no salía en todo el internet!

chaO!
cuidec!

Juan Bimba dijo...

Andrea me alegra mucho que te sea de utilidad. Continuaré los demás capítulos por Jóvenes COMO TÚ que les encanta estudiar, desean un mundo mejor, y desean conocer al Verdadero Simón Bolívar y no al manipulado por este Regimen