domingo, 31 de agosto de 2008

VIII.- Reforma espiritual: proyección de la virtud

Bolívar participa con características muy definidas en un movimiento en pro de la exaltación de la moral al sitio de norma rectora de la acción en América. En eso fue un reformador y de los más originales. Ningún político revolucionario insistió jamás, con la constancia suya, sobre la necesidad y el valor de la moral; ningún americano tuvo como él tanta fé y seguridad en los beneficios de la virtud. Pocos han batallado como él por la verdad y la justicia.

El concepto de justicia en Bolívar reclama atención especial. Que "la justicia es la reina de las virtudes republicanas", II-1080, y que sin ella no puede construirse una sociedad, viene repitiéndose desde tiempos antiguos; no en vano Platón y Aristóteles, y los juristas y filósofos romanos discutieron tan amplia y esclarecedoramente esta cuestión.

La justicia es una sola realidad, pero suceptible de mostrarse en niveles diversos. En el plano político rige al gobernante; el hombre que ocupa una posición pública está obligado a huir tanto de las complacencias como de los rigores sin fundamento. Ha de tratar a los particulares con medidas proporcionales a sus merecimientos. Bolívar se empeña en respetar siempre los principios, y en ser justo, aunque nota las dificultades de su propósito: "los juicios que más participan de la equidad, son los que menos se agradecen, porque son los que menos satisfacen a las dos partes", I-1092.

De modo singular en relación con los cargos del Estado tiene el gobernante necesidad de ejercer plena justicia; al respecto se hallan en el Libertador muestras ilustrativas. Fue sistematica y constante su búsqueda de hombres éticamente valiosos y positivamente capaces para las posiciones de importancia; la ola de solicitantes, entonces como siempre, es muy nutrida; mas Bolívar no coloca a los que quieren sino a los que deben serlo. "Yo he mandado buscar el mérito oculto para conocerlo en el tribunal, he solicitado con esmero a los que profesaban modestamente el culto de la conciencia: la religión de las leyes... Yo no he exigido más que probidad de los candidatos: he desatendido a los pretendientes, he solicitado la verdad oculta para elevarla al magisterio. Mi constante principio en esta parte ha sido el muy conocido aunque desandado, el no emplear sino a los que temen la responsabilidad; a los que huyen de los destinos públicos", II-1203, 1205.

Igual intención justiciera le hace decir con evidente sinceridad: "los elogios debitos al mérito alimentan las almas sublimes", I-214. En la gestión administrativa su norte es que "el premio del mérito es el acto más augusto del poder humano", II-1114; y atento está a la oportunidad de la recompensa: "es muy importante premiar a tiempo", I-462.

Su afan de justicia brota impensadamente, y llega en frases llanas a enjuiciar con afán corrector hasta la historia; a nadie se le escapa que Bolívar sigue su anhelo reivindicativo cuando llama a Cristobal Colón "creador de nuestro hemisferio", I-171, y cuando para remediar la injusticia implícita en el nombre de América, recoge la inspiración mirandina y llama Colombia a la república tripartita que funda. El mismo sentimiento lo lleva a interceder ante el tirano Francia por el ilustre Bonpland, y a declarar con énfasis que el saber de ese notable naturalista y el de Humbolt han hecho más bien a la América que todos los continentes juntos.

En el plano personal la justicia se traduce en Bolívar en otra virtud que lo define: la gratitud, a cuyo culto consagró buena porción de sus esfuerzos. Conocido es el incidente con Monteverde y el pasaporte a Curazao; jamás olvidará el Libertador el gesto generoso de Iturbe que le salvó la vida; quince años después lo recuerda aún, y en breve carta de armonía consigo mismo, deja otra huella (1). Idéntico sentimiento inspira toda su conducta hacia la negra Hipólita y la señora Miyares, y como gobernante le lleva a considerar con ojos de cariño el caso de los soldados maltrechos, aquellos que perdieron su sangre levantando a Colombia "La ingratitud es -a su juicio- el crimen más grande que pueden los hombres atreverse a cometer", I-867.

Otra nota que en su registro moral ocupa puesto relevante es el desprendimiento; como sus otras cualidades ésta reviste las más diversas y complementarias formas: explica su permanente sisposición al sacrificio por la Patria, es alma de su declaración, para todos los pueblos y para todas las épocas: "El que abandona todo por ser útil a su país, no pierde nada, y gana cuanto le consagra", I-149. Ella es en fin la base que lo sustenta al afirmar que ha combatido por la libertad y por la gloria, y no por su engrandecimiento: "dudo que haya derecho -dice- para exigírseme que expire en el suplicio de la cruz: digo más, si no fuera más que la cruz, yo la sufriría con paciencia como la última de mis agonías. Jesuscristo sufrió treinta y tres años esta vida mortal: la mía pasa de cuarenta y seis; y lo peor es que yo no soy un Dios impasible, que si lo fuera aguantaría toda la eternidad", II-763.

Pero el desprendimiento de Bolívar se percibe igualmente en esferas de tono menor. Cristaliza en su generosidad, virtud amplia y total, generosidad de alma y de bienes, de amor y de riquezas, ilumina su culto perpetuo, y hasta sagrado, de la amistad sincera y efectiva, inspira su posición militante contra la venganza; aureola su recto concepto del deber, y le permite decir: "Todos los recursos y ejércitos victoriosos de Colombia han estado a mi disposición individual, y la satisfacción interior de no haberle causado el menor daño, es mi mayor consuelo", II-985. El mismo reconoce que con una magnanimidad superior a cuanto exigen la política, la prudencia y el bien mismo de la República, perdonó a sus enemigos, II-306. En ocasiones cuando pudo haber hecho caer el peso de la justicia sobre sus adversarios, su celo y su generosidad fueron mayores (2).

Su desprendimiento se traduce también en la virtud que más aprecian los pueblos en sus gobernantes: desprendimiento material, pulcritud en la gestión pública. El caso de Bolívar es excepcional: inicia rico su carrera política, ejerce el control de extensa parte del continente por varios años y muere pobre (3). En 1804 él mismo parece estimar su fortuna en cuatro millones de pesos, I-22; veintiséis años más tarde, después de haber sido presidente de Colombia y dictador del Perú, declara en su testamento: "no poseo otros bienes más que las tierras y minas de Aroa, situadas en la provincia de Carabobo, y unas alhajas que constan en el inventario que debe hallarse entre mis papeles", II-988. Cuando se hallaba en el pináculo del poder ocupando simultáneamente aquellas dos máximas posiciones, escribió a Santander: "No tengo con qué vivir, siendo a la vez presidente de Colombia y dictador del Perú. Por no ponerme a gajes de este país, no cobré el sueldo que me asignaron, y no teniendo autoridad en Colombia, ya no puedo pedir sueldo allá."

Los pueblos con sagaz intuición perdonan a sus gobernantes todos los defectos, están prestos a olvidar los errores, pero recuerdan y cobran perpetuamente el crimen de apropiación de los dineros públicos. La honradez material es por excelencia la piedra de toque usada para apreciar la firmeza moral de los dirigentes; Bolívar resiste victorioso esa prueba de la conciencia popular. Mas si es digna de reconocimiento su honestidad personal, en el sentido de no haber recibido jamás ilegalmente ni un peso, sino por el contrario de haberse despojado de cuantiosos bienes, es igualmente merecedor de atención su celo por la moralidad administrativa. La pulcritud llega a puntos inconcebibles (5).

Es así verídico cuando llama "agradable necesidad", II-1216, la de dar cuenta de su administración a los representantes populares, y cuando frente a los caraqueños formula el siguiente precepto de ética financiera: "la hacienda nacional no es de quien os gobierna. Todos los depositarios de vuestros intereses deben demostrar el uso que han hecho de ellos", II-1048.

Su calidad moral da luz de fe a su pensamiento, vertebra su conducta toda. Sus palabras, bien interpretadas dentro del contexto de su obra integral, cumplen la tarea de reflejar fielmente sus ideas; en la armonía y en cada una de ellas, producto de una singular personalidad intelectual y ética, está Bolívar completo. Es el Bolívar de siempre cuyo mandato a la posteridad es muy breve: "la gloria está en ser grande y en ser útil", I-986; y para los hombres de acción: "la gloria no es mandar sino ejercer grandes virtudes", I-1310.

NOTAS:


1. "Caracas, 3 de Julio de 1827. Al señor Cristobal Mendoza. Mi querido amigo. Estando ya al partir no puedo dejar de recomendar a la bondad y consideración de Ud. a mi amigo Iturbe. Véalo Ud. siempre como una persona muy estimable. El mejor servicio que recibirá Iturbe será el que no se le niegue un pasaporte cuando se quiera ausentar. Soy de Ud. afmo. de corazón. Bolívar, II-139.

2. Recuerdese el caso de Santander. En octubre de 1828 escribe Bolívar a Salom: "Del general Santander no puedo aún decirle lo que pueda resultar, perso solamente, por las inducciones que hay contra él, será expulsado por lo menos. Aunque si fuéramos rigurosos en juzgarlo, y si por haber sido mi enemigo yo no me viese comprometido a ser generoso con él, habría más que suficiente causa para que perecieses", II-483.

3. Se ha calculado posteriormente (1906) en Bs. 5.000.000,00 la riqueza del padre del Libertador. Cf. Gil Fortoul, José: Historia Constitucional de Venezuela, 3ª edición revisada. Editorial Las Novedades. Caracas. Venezuela. MCMXLII. Tomo I, pág. 285. Para información más detallada sobre los bienes de Bolívar, su fortuna, sus sueldos, sus regalos, su pobreza, etc,. consultar p. 14, 16, 22, 23, 25, 28, 29, 182, 186, 498, 560, 603, 715, 804, 866, 1020, 1021, 1052, 1056, 1122, 1127, 1281, 1392. Tomo II-48, 130, 132, 336, 579, 838, 883, 988.

Hay dudas sobre la carta en la cual aparece la cifra de cuatro millones. Lecuna dice que la fortuna de Bolívar entonces era de 150.000 pesos, aumentada posteriormente por la herencia de su hermano, I-24. Para el tipo de cambio entre el peso y la libra esterlina cf., II-139.

4.Véanse en el tomo XII de "Cartas del Libertador", editado en 1959, las numerosas órdenes suscritas por Bolívar disponiendo pensiones sobre su sueldo. pp. 254 y ss.

5. Véase la siguiente carta al Intendente de Magdalena, su amigo Mariano Montilla: "Hoy he tenido el sentimiento de saber que, en la lista del presupuesto del estado mayor, se ha incluido un cocinero mío cuyo sueldo es de cincuenta pesos. Espero que Ud. se servirá revisarlos y avisarme la cantidad para hacer el reembolso que corresponda", II-153.

El secretario J.G. Pérez escribe en mayo de 1825 al Prefecto del Cuzco: "S.E. el Libertador ha sido informado de que Ud. ha impuesto a varias personas de ese Departamento una contribución para celebrar la llegada de S.E. al Cuzco, y que aún los miserables han sido gravados con proporción a su escasísima fortuna. S.E. prohibe que se haga uso de semejante contribución, y menos el que se tome nada del Tesoro Público para gastos de su recibimiento, pues S.E. en su viaje, lejos de querer molestar a los pueblos, ni malgastar el dinero del Tesoro, su objeto es propender al bien de aquéllos y aumento de éste", O'Leary, XXIII, 169.

Cuando en 1827, siendo Presidente de Colombia, se dirige a Bogotá, no quiere que el gobierno haga ningún gasto por su causa, por eso dice a Don Pepe París: "Para darme de comer el primer día pida Ud prestado que yo abonaré", II-154.

Esa misma pulcritud le indica que siendo jefe "no debe dar fianza por ninguno de sus empleados", II-86, y que como gobernante no debe mezclarse en negocios. Escribe a Santander: "He visto la carta de Ud. en que me propone sea yo el protector de la compañía que se va a establecer para la comunicación de los dos mares por el Itsmo. Después de haber meditado mucho cuanto Ud. me dice, me ha parecido conveniente no solo no tomar parte en el asunto, sino que me adelanto a aconsejarle que no intervenga Ud. en él. Yo estoy cierto que nadie verá con gusto que Ud. y yo, que hemos estado y estamos a la cabeza del gobierno, nos mezclemos en proyectos puramente especulativos, y nuestros enemigos, particularmente los de Ud., que está más inmediato, darían una mala interpretación a lo que no encierra más que el bien y la prosperidad del país. Esta es mi opinión con respecto a lo que Ud. debe hacer, y por mi parte, estoy bien resuelto a no mezclarme en este negocio ni en ningún otro que tenga un carácter comercial", I-1276.
V. Cartas de Santander. Tomo II. págs 96, 97 y 202. Caracas, Lit. y Tip. del Comercio, 1942.

VII.- Figura moral

La moral articula el comportamiento y da sentido a la actividad intelectual. Es indigno el político que miente, es un maestro falso el que practica lo contrario de su enseñanza, es un sacerdote espurio el que contraviene sus propias prédicas. Ninguna fe ni respeto intelectual puede tenerse a un autor, si una indagación de sus cualidades morales revela que es insincero, hipócrita, corrompido, pedante ó fanático.

Visto desde el ángulo moral, el Libertador se presenta como un celoso apreciador de la virtud; la formación ética personal tiene, a su juicio, una clara repercusión social; sin hombres virtuosos no existe república, sin personalidad moral que oriente y rija la conducta nada se hace. Tan imbuido estaba de estos principios que llegó a concebir una escuela de virtudes, que no es otra cosa pretendía su discutido Poder Moral. Y la historia se ha encargado de ratificar la exactitud del anhelo bolivariano; buena parte de los trastornos políticos y de la defectuosa obra administrativa de los gobiernos de América, se ha debido a una palpable carencia de virtudes públicas. Se ha ido estructurando en las multitudes, a costa de violaciones de la palabra empeñada, una imagen del político, absolutamente distinta de la pensada y realizada por Bolívar. A los ojos de las mayorías continentales el individuo sin moral es el verdadero "político", por eso el peculado, la concusión, el soborno, el fraude y la mentira bajo múltiples formas, han proliferado causando tanto daño. No yerra el Libertador al estimar que nuestra primeras necesidades son: moral y luces; su estribillo insiste: "la mejor política es la rectitud", I-652, "la felicidadconsiste en la práctica de la virtud", II-1136. Sin un gobierno moral la sociedad se extravía, no se olvide que "a veces son los hombres, no los principios los que forman los Gobiernos", II-1142.

Los elogios son frutos del amor y no de conocimiento. La simpatía es incompatible con la ciencia, y peligrosa porque adultera la verdad. Bolívar conocedor del ínfimo valor de las alabanzas, aspiraba por ello que lodefendieran con razones y argumentos sólidos. Las alabanzas han creado en América una tradición, nefasta en el sentido de confundir la opinión pública (1). Tradición nefasta además en cuanto a contribuir al engreimiento de los mandatarios y propiciar así la corrupción; el efecto degradante de los elogios se mira en la vanidad y pedantería de los peores gobernates americanos (2).

Cualidades morales de Bolívar son la nobleza de espíritu y la constancia. La nobleza espiritual ya supone una serie de virtudes, supone sobre todo una buena capacidad de desprecio; Bolívar sabía despreciar, sorprende que en sus cartas no se ocupe, con la debida insistencia, de sus enemigos; trabajo cuesta indagar en su correspondencia los nombres de sus adversarios (3).

La constancia es el denominador común de la empresa de Bolívar; jamás cede él en su propósito, su voluntad "no desmaya y aun se fortifica con la adversidad", II-105, por eso la consigna de Pativilca ha llegado a simbolizar su carácter. "El valor, la habilidad y la constancia corrigen la mala fortuna", I-43, dijo en su primer memorial político. Es efectivo el afán que jamás se doblega.

Su carácter práctico y dinámico, encaminado directamente hacia sus objetivos, explica una de sus críticas básicas a los hombres de la Primera República, quienes, a juicio de Bolívar, se equivocaron al pensar que sus principios saldrían victoriosos y serían respetados por su sola verdad y bondad intrínseca. El triunfo de una doctrina es obra de tenacidad y de lucha, su bondad es aliciente y estímulo para que sus propugnadores no la abandonen.

La vida entera de Bolívar fue fiel a la idea de la necesidad de acción permanente; reconocía en todo instante la creadora proyección de la energía, sin ella "no resplandece nunca el mérito, y sin fuerza no hay virtud, y sin valor no hay gloria", II-326. En la historia halla asideros, recuerda que más valió a Cicerón un rasgo de valentía que todos los prodigios de su genio. Si se investiga el perfil de su deber, se comprende por qué existe en Bolívar junto a un carácter generoso un hombre riguroso e inexorable, terrible cuando las circunstancias son terribles. Su actividad utiliza los elementos propios de la disciplina y de la fuerza cuando ha menester; no solo fusila desertores y traidores y encarcela delincuentes y deudores del Estado, sino que su justicia toca sus allegados (4). En hora crítica, obligado a restar una ventaja a sus antagonistas, decretó la guerra a muerte; después vino el momento de celebrar el tratado regularizador de la contienda; y el mismo firmante de la proclama de Trujillo señaló más adelante a sus soldados "la obligación rigurosa de ser más piadosos que valientes", II-1173.

El Libertador tenía noción de su propia personalidad, y sabía los linderos y el tamaño de su esfuerzo. Conoció la magnitud de su obra; era llano y sencillo. En las páginas de Peru de Lacroix, quien lo retrata con ojos de intimidad, se advierte la personalidad de Bolívar constituida por rasgos sobrios y severos, fáciles en todo momento de ser reconocidos y observados sin misterio.

La figura moral de Simón Bolívar se refleja en todas sus expresiones. El investigador científico no encuentra inconsecuencias en los escritos de Bolívar, porque no los hubo. Don Vicente Lecuna, sabio en materia bolivariana, recogió en forma que obliga la gratitud del mundo, la obra escrita del Libertador. La honestidad y competencia del eminente compilador es garantía suficiente de que no ha habido lagunas convencionales, ni tergiversaciones, ni enmendaduras. Las fuentes, siempre claras, están indicadas en las publicaciones hechas por Lecuna, con toda precisión.

Mas no es necesario buscar en los libros la dimensión moral de Bolívar, más que en palabras ella consta en hechos, está en la vida de quien pudo decir: "¡Para qué necesitaré yo de Colombia! ¿Hasta sus ruinas han de aumentar mi gloria! Serán los colombianos los que pasaran a la posteridad cubiertos de ignonimia, pero no yo. Ninguna pasión me ciega en esta parte, y si para algo sirviera la pasión en juicios de esta naturaleza, sería para dar testimonios irrefragables de pureza y desprendimiento. Mi único amor siempre ha sido el de la patria: mi única ambición, su libertad" II-314.

Como prueba de su grandeza espiritual resplandece la respuesta dada a la expulsión de Venezuela y al desconocimiento y al vejamen en su hora final: "Es mi voluntad, que después de mi fallecimiento mis restos sean depositados en la ciudad de Caracas, mi país natal", II-988.

NOTAS:


1. La respecto Don Santiago Key-Ayala ha escrito las siguientes líneas que compartimos integramente, y las cuales tienen, por cierto, un motivo idéntico al que nos ocupa, pertenecen a un estupendo ensayo sobre el Libertador: "Tuvimos y tenemos reales valores. Sólo que la hipérbole indiscriminada, el elogio falso o desmedido, la embriaguez de palabras, nos ha hecho desconfiados. Allí reside la razón de una desgracia nacional contra la cual dbemos reaccionar con energía varonil. La duda de nosotros. Tanto se ha exagerado, tanto se ha aplicado a lo que vale y a lo que no vale, igual elogio, que la opinión general desorientada ha concluido por defenderse de engaños con la coraza de la duda", Key-Ayala, S.: Vida ejemplar de Simón Bolívar. Tip. Americana. Caracas, 1942, pág.135.

2. Decía Bolívar: "No creo ninguna cosa tan corrosiva como la alabanza: deleita al paladar pero corrompe las entrañas", I-736. Con dura palabra un joven pensador venezolano reaccionó contra tan efectivo auxiliar del despotismo: "La única libertad que no debe consentirse en una república es la lisonja -dijo Luis López Mendez- porque ésa establece una escuela fatal donde se pierde toda noción de moral y dignidad. Es un liberticida todo aquel que elogia sistemáticamente a los hombres". Cf. nuestro: En fuga hacia la gloria. Cuadernos Literarios de la Asociación de escritores Venezolanos, Nº 57, Caracas, 1947, pág. 25.

3.- En más de dos mil trescientas cartas, los nombres de Soto y Azuero, los más caracterizados enemigos de Bolívar (después de Santander), figuran cada uno alrededor de veinte veces. Cf. Indices Onosmáticos de las Obras Completas, I y II.

4. En carta de abril de 1827 dice a Páez: "En la semana pasada ha sido testigo Caracas de un acto de justicia, que ha contribuido en mucho a la moral pública y a dar una prueba de que la ley es igual para todos, pues que su peso cayó sobre uno, por el cual se empeñaban hasta mis parientes; pero yo,volviendo a mi carácter, fui inexorable", II-89. Lecuna comenta: "Se refiere al fusilamiento del joven Juan José Valdés, condenado a muerte por un crimen pasional. Valdés era hijo del coronel Juan José Valdés y de la Señora Ana Josefa Negretti, emparentada con Josefa María Tinoco, la mujer de Juan Vicente Bolívar", II-89.

miércoles, 27 de agosto de 2008

VI.- Rasgos mentales

Nota sobresaliente en la faceta intelectual del Libertador es la objetividad, o sea, la característica mental que permite reconocer y apreciar los hechos -independientemente de la simpatía ó antipatía que pueden inspirar- en su tamaño propio y dentro de estructuras totales.

La objetividad en Bolívar se expresa en dos direcciones. Una individual, autocrítica, consistente en el exacto conocimiento de sí mismo. Y otra referida hacia los demás, la ecuanimidad.

En lo político es fundamental conocerse. Es rara esta cualidad; lo corriente es que el individuo ignore sus posibilidades, que se supervalore o se subestime, que tenga entrabada su personalidad por una de esas embarazosas armaduras psíquicas que son los complejos. En el inicio de su vida pública, Bolívar escribió: "Es siempre útil el conocerse, y saber lo que se puede esperar de sí", I-24. Con claridad entendió cual era su empresa, y no se equivocó en cuanto a su temperamento y a sus aptitudes. Dice que no está hecho para la función sedentaria, I-1107 y que detesta la administración. Sabe que los peligros lo tonifican; siente que su ánimo se estimula ante la adversidad. No pide reposo material para pensar mejor; sabía abstraerse, aislarse en medio de humanos torbellinos y concentrarse en la reflexión. "Hay hombres -decía- que necesitan estar solos y bien retirados de todo ruido para poder pensar y meditar; yo pensaba, reflexionaba y meditaba en medio de la sociedad, de los placeres, del ruido y de las balas. Sí, me hallaba solo en medio de mucha gente, porque me hallaba con mis ideas y sin distracción", Bucaramanga, 154.

En cuanto a su estricta personalidad mental, la descripción más exacta, comprobable por quienquiera que analice su obra, es la que él mismo condensara así en 1825: "No soy difuso..., soy precipitado, descuidado e impaciente..., multiplico las ideas en muy pocas palabras", I-1099.

Un testimonio fidedigno, aparte de los escritos a disposición del más severo examen, el de Luis Peru de Lacroix em 1828, confirma la concisión bolivariana. Peru de Lacroix lo observó muy de cerca. "En todas las acciones del Libertador y en su conversación se ve siempre, como he dicho, una extrema viveza: sus preguntas son cortas y concisas; le gustan contestaciones iguales, y cuando alguno sale de la cuestión, le dice, con una especie de impaciencia, que no es lo que ha preguntado: nada difuso le gusta", Bucaramanga, 335.

Su precipitación la había advertido desde su niñez; en la primera carta que de él se conserva, dice que se le "ocurren todas las especies de un golpe", I-14. Esa precipitación le impedirá ser más afortunado y certero en la planificación de ciertas instituciones: Es igualmente facil comprobar lo que afirma sobre su descuido e impaciencia (1).

Merece consideración particular su aserto autocrítico de que multiplica las ideas en muy pocas palabras. El mérito de Bolívar, implícito en su peculiar don de síntesis, es el de su riqueza conceptual e ideológica. podrían citarse muchas expresiones suyas, líneas breves con una insospechada potencia de enseñanza. por esta característica, su pensamiento ha sido objeto de las más diversas interpretaciones; algo parecido a lo que, salvando la distancia, ocurre con versículos bíblicos. Todos los políticos de buena y mala ley, los gestores de todos los partidos americanos han buscado en palabras de Bolívar, banderas para sus parcialidades; ello no lo asombra: "Con mi nombre se quiere hacer en Colombia el bien y el mal, y muchos lo invocan como el texto de sus disparates", II-837. Medítese la frase: el texto de sus disparates, y se comprenderá porqué ha sido difícil para el lector ordinario, acostumbrado a las informaciones indirectas, el conocimiento verídico de las ideas de Bolívar. En la mayor parte de los casos, el lector común, nuestro hombre medio, precisamente aquel para quien forjó el Libertador su doctrina, se halla perplejo al no poder separar la propaganda de la verdad. Son muy escasos los intérpretes objetivos y globales del pensamiento bolivariano, todavía se persiguen en la obra del Libertador expresiones sueltas, nada representativas, para pretender justificar indignidades o cubrir villanías. A Bolívar no puede comprendérsele si el estudioso no posee al par que una mentalidad científicamente capaz, comprensiva y avisada, una gran escrupulosidad ética. Aún abundan esos que hábilmente silencian la voz acusadora de Bolívar, para dar resonancia a la parte que parece servirles en sus aventuras; pero si esta traición al pensamiento bolivariano en cuanto a un inteligente escamoteo de sus palabra, es absolutamente perniciosa, más lo es aún la interpretación desgajada de su unidad original. Son solidariamente culpables del pésimo conocimiento que se tiene de Bolívar todos sus intérpretes fragmentarios. Su obra no es para leerse y comprenderse por cuotas, ni para asimilarse en frases aisladas. El estudio honesto y naturalmente el estudio científico -con la ética propia de la genuina investigación- ha de penetrar en la unidad, ha de reconstruir previamente el panorama; en este sentido el método indicado es buscar la estructura, entender en conjunto y asimilar de manera global. Tal es la fórmula para un acercamiento válido a su obra; y no se crea que ésta es una recomendación influida por los métodos científicos en boga, es pauta del propio Libertador, quien precisamente refiriéndose al Discuso de Angostura -su más densa expresión política- da al futuro la técnica interpretativa por intermedio de su amigo Don Guillermo White: "Tenga Ud. la bondad de leer con atención mi discurso, sin atender a sus partes, sino al todo de él", I-442.

Múltiples testimonios de un espíritu ecuánime, de una mentalidad objetiva capacitada para mirar la verdad sin apasionamiento, hallamos repetidas veces en su obra (2).

Su ecuanimidad no se empaña ni se desmiente, ni siquiera cuando se trata de hechos que le atañen por referirse a su familia (3). Tampoco cuando se trata de sus amigos; los conoce bien, y sabe donde pueden dar el mejor rendimiento. Sus aciertos en calificar méritos son notables, el cariño no logra desviarlo; así dice llanamente a Santander en 1823 "los intendentes de Bogotá y Caracas son eminentemente malos, con ser los mejores hombres del mundo y mis mejores amigos", I-817. Esta virtud mental posee mucho interés para la estimación de su labor intelectual; ya no habrá sorpresa cuando se diga que el Libertador era un observador de mirada precisa, capacitado para formular una crítica imparcial. Tal cualidad, especialmente, ha de tener fecunda proyección en su opinión política, sociológica e histórica.

Era además un hombre de mirada aguda; no pasaba tan inadvertídamente por encima de las cosas mínimas, como pudiera creerse (4). Está siempre atento a su circunstancia con ojos que abarcan a los grandes hechos y a los pequeños: en Guayaquil nota prontamente que se casan muy temprano los muchachos, I-736; desde Lima subraya que "en Caracas era moda pensar todos mal contra el gobierno", I-1416, Y véase igualmente el caso del joven Michelena a quien destituye en Lima; la conducta de Bolívar responde en este caso a un cuidadoso proceso de observación (5).

Su don observador unido a su ecuanimidad llévalo a un conocimiento exacto de sus hombres; ya anotamos que conocía las aptitudes de estos (6). Estudiaba la personalidad psíquica de sus amigos y aplicaba a cada uno el tratamiento adecuado; en este sentido es un psicólogo espontáneo. Sus cartas más cuidadosas y políticas son para Santander (7), sus cartas más plenas de nobleza y afecto son para Sucre. Pero donde puede estudiarse más fácilmente el conocimiento psicológico del Libertador respecto a los tipos humanos de nuestros países, es en el caso de Páez; para el investigador contemporáneo resulta fácil la prueba por ser el tipo del llanero uno de los más divulgados y tratados en la literatura, las ciencias y el arte en general. En las cartas de Bolívar a Páez con motivo de los sucesos de 1826, brilla el psicólogo: Bolívar conoce el tratamiento debido al líder llanero: a su juicio "el hombre más peligroso para Colombia", Bucaramanga, 241, le habla claro como superior jerárquico, pero con tacto inefable, no débil pero tampoco violento ya que "con Páez no se debe usar de este lenguaje, porque el día que se encienda la sangre, su sangre le sirve de mucho", I-1378. En todo caso cuando es preciso subir el tono, atempera los términos duros con esperanzas muy lisonjeras si se llaga a un acuerdo. Como anuncio que le abra paso en sus conversaciones envía al jefe llanero -tipo sentimental conquistable por el cariño- una lanza y una botonadura de oro que hizo fabricar en Potosí con las armas de Colombia; y le anuncia además: "Llevo a Ud. dos caballos que he traido desde Chile y el Perú, cuyo mérito principal será la fe del bautismo, sin dejar de ser buenos. Otras bagatelas también llevo para Ud. con más o menos valor justo o moral", I-1459. En esa peligrosa oportunidad, cuando se vislumbra el separatismo y Colombia tambalea, tiende Bolívar hábilmente el lazo psicológico: la lanza que le envía es "el símbolo de su valor y de nuestra libertad: la verdadera arma de Colombia y de Páez", I-1459. En otra ocasión, igualmente por imperativos de ese conocimiento de la psicología de Páez, Bolívar llega a usar la palbra "virreinato" (que a él nada agradaba) para comparar la resultante de una modificación política que participa al caudillo del llano y que, está seguro, éste aceptará más facilmente,II-429. Pero la fineza psicológica llega a su cabal expresión cuando el el crítico año 29, deseando que Páez le ofrezca expresamente acatamiento y adhesión, se adelanta y le escribe: "Digo a Ud., bajo mi palabra de honor, que serviré con el mayor gusto a sus órdenes si es Ud. el jefe del Estado; y deseo que Ud. me haga la misma protesta de su parte en el caso de que sea otro el que nos mande", II-842.

Inclusive presenta rasgos de psicólogo social; podría recordarse poe ejemplo cómo advirtiendo que el peligro y la tarea comunes provocan la unificación interna, proyecta una expedición sobre Puerto Rico, la cual "nos va a dar la ventaja de hacer más fuerte y duradera la reconciliación en que trabajamos", II-24.

Por último en la fisonomía intelectual de Bolívar señalaremos su tendencia discreta al humorismo, la facilidad para captar -hasta en momentos serios- la nota risueña. Asimismo llamamos la atención sobre su forma tan espontánea de mezclar expresiones populares en sus cartas; Bolívar repetía frases del vulgo, conocía sus refranes y los aplicaba con tino (8).

NOTAS:

1. Eu una de sus cartas se desliza este párrafo que el propio editor publica con salvedades: "He sabido por Demaquet que su señora ha parido felizmente un robusto niño, y que tuvo Ud. el sentimiento de perder al mismo tiempo que le precedía. Creo que fácilmente reparará Ud. esta pérdida y, por lo mismo, doy a Ud. y a mi señora Dolorita muchos parabienes por ambos sucesos", II-680.

En algunos casos cae eu una indescifrable confusión: "La noticia sobre la pasada de Olañeta a nosotros por la parte del Sur, llevándose prisonero a Carratalá después de haberlo batido es, comunicada, por un calero, papelista, con cuya mujer, a quien se dirige el godo según parte, está contraído un tal Mayz, hermano del marqués de la Real Confianza, vecino que fué de Pazco, de modo que el godo que escribe a la mujer de calero es el tal Mayz, que existe entre los españoles", I-969.

No se olvide que él mismo confieza tener el hábito de firmar las cartas sin leerlas y de dictar varias simultáneamente. En 1829 escribe: "Firmé la carta sin leerla, como lo hago muy frecuentemente cuando estoy de prisa; y sucede también que tengo que enmendarlas cuando las leo, porque Martel se olvida de las palabras y pone las que le ocurren", II-725. Cf. además: Bucaramanga, 254.

2. La justicia, en su concepto, debía pronunciarse igual para todos; así, en el caso de uno de los mejores servidores de la nación -acusado de asesinato- su respuesta fue que se le castigase si era culpable, I-426. "Es preciso el último rigor con los malvados, sean godos o sean patriotas, porque la república gana con la destrucción de un buen realista como de un mal ciudadano. El crimen en todos los partidos es igualmente odioso y condenable: hagamos triunfar la justicia y triunfará la libertad", I-417. Diversos ejemplos: a Don Vicente Salias, redactor de la"Gaceta de Caracas", EN 1814: "Acusar al gobernador de Curazao por haber saludado con salvas de artillería a Monteverde, no solo es impropio en los términos en que se hace, sino además es absurdo chocante. Está mandado por todas las ordenanzas del mundo civilizado; y es el uso constante de las naciones, tributar a los jefes militares y ministros diplomáticos extranjeros, los honores que les corresponden: y bajo este concepto no hizo más que llenar un deber de su autoridad el gobernador de Curazao, haciéndolos a un general español. Insinuar que en vez de estos honores debió ser puesto en un consejo deguerra por no haber defendido a Venezuela, es una represión que puede más bien dirigirse a la nación española, que debe juzgar de la conducta de Monteverde, y no a un jefe de la nación británica, que unicamente debe atender a las decoraciones de aquél", I-91. Es la misma ecuanimidad que lo lleva a recomendar para un destino público a un amigo suyo, no por amigo sino por probo y honrado, I-1277. Es la misma claridad mental que le permite apreciar en un capitán patriota que "es algo chismoso aunque muy activo para andar", I-780; o en un coronel que "aunque sea mártir, es un necio embustero", I-1095; o en otro militar que, no obstante ser "amigo también es un pobre hombre en eso de mandar tropas", II-946. En cierto momento se expresa así de un antiguo oficial: "El es un tonto en lo que piensa, pero es un hombre de bien en el fondo y no es capaz de hacer daño a nadie, y aunque nunca hemos sido amigos, siempre lo he juzgado así", II-459. Adviértase que en estas expresiones no hay rebuscamiento, no son opiniones premeditadas con fines efectivistas: son frutos sinceros de su calidad mental y anímica. Es en todo instante el hombre ecuánime y equilibrado, el hombreen plan de diferenciaciones, dotado de una mentalidad que le permite distinguir matices.

3. "Dígale Ud. a Don Perucho que me ha alegrado mucho de que haya peleado con mi hermana por cumplir con su deber, y que si hubiera hecho otra cosa me hubiera parecidoinfame, como me han parecido los testigos falsos de la tal justificación. Añado que mis hermanas no necesitan de nada porque yo les he señalado todas las rentas de mi caudal para que vivan, y que no merece llevar mi nombre la que ha pretendido, por una impostura, manchar la muerte de su hijo que ha perecido gloriosamente por su patria. Dígale Ud. que le mando este recado: que ahora he conocido más que nunca que él es disgno de la opinión que me merece", I-853.

4. "El Libertador es muy observador, y nota hasta las pequeñas menudencias: no le gusta el mal educado, el atrevido, el hablador, el indiscreto y el descomedido; y como nada se le escapa, tiene placer en criticarlos, ponderando siempre un poco aquellos defectos", Bucaramanga, 336.

5. A Santander: "No se admire Ud. al saber que Michelena vuelve a Colombia dejando vacante el empleo de secretario de nuestra legación en el Perú. Yo me he visto obligado a disponerlo así, porque ya no se podían tolerar que cometía a cada instante. Yo le aseguro a Ud. que jamás he conocido un muchacho más necio ni más pagado de sí mismo: él todo lo había visto; todo lo sabía; todo lo ajeno le parecía mal; todo lo criticaba; y en fin, eran tantos los disparates que decía que ya era muy conocido en la ciudad. Aunque él no es malo de carácter, tiene tan poca o ninguna capacidad para ejercer un destino de tanta importancia, que me ha parecido más útil para él y para el gobierno que deje el puesto a otro que hablando menos sepa más", I-1315.

6. "El Libertador tiene el talento el más fácil y lo más crítico para hacer un retrato moral: sus pinceladas son rápidas, enérgicas y verdaderas. En pocas palabras hace conocer el individuo de quien se ocupa". Bucaramanga, 244.

7. El Gral. Santander poseía una mentalidad lúcida, fácil para la intriga y para la sorpresa, pronta a no dejarse envolver; no en balde le observa Bolívar: "Las cartas de Ud. son más pequeñas que las mías; no sé por que será", I-1090. Nótese que una vez a Soublette -político de discrección comparable a la de Santander- hace un reparo similar: "Tengo a la vista dos cartas, a cual más pequeñas, de Ud.", II-69. El Libertador responde siempre a Santander con especial cuidado. Y desliza en no pocas ocasiones la ironía: En 1820 le escribe: "...como entonces yo no he de mandar, lo convidaré a Ud. para que nos vayamos juntos, aunque yo desearía no tener tan buena compañía, por tal que la república tuviese un jefe capaz de dirigirla", I-445. Es mal disimulada la ironía del siguiente párrafo, en un momento en que Santander ha hecho retardar el permiso para que Bolívar pase al Perú: "No puede Ud. imaginar que agradecido estoy de Ud. y al Congreso por esta gracia: a Ud. por haberla agenciado, y al Congreso por haberla hecho", I-793. Adviértase el doble sentido: "Me aseguran que tiene Ud. muchos votos para presidente; si es así esto es prueba del juicio de Colombia, y más que todo del acierto con que Ud. se ha manejado", I-1049.

8. Recomendaciones como aquella de "pídale Ud. a su antidad el congreso, un boleto para pecar contra las fórmulas liberales, con reunión de culpa y pena", I-739; frases como "mi querido amigo el poder ejecutivo", I-1002; "se lleva el diablo todo", II-169; II-293: "echa ajos a los hombres por ristras", II-958; "Caracas está embochinchado", I-1253; o disminutivos como Don Perucho o Ibarrita; y palabras como "fandango", "remolones", "rum-rum", "pamplina", "machaca", "cositas", "dichito", "naturalote", etc., no son difíciles de hallar en la correspondencia. Tampoco son raros los brotes de humor en sus despedidas: "Soy de Ud. de todo corazón, su enfermo y disgustado amigo, que no sé como ha podido dictar esta carta", I-866; "yo deseo que me vengas a ver si tus males y tu mujer te lo permiten", I-1056. Refranes y frases refranescas dan colorido, amenidad y vida, a no pocos pasajes de sus graves epístolas; entre otros, los siguientes ilustran sobre su compleja fisonomía intelectual eternamente aireada, siempre renovada y alerta: "Quien hace un cesto hace un ciento", I-922; "la ocasión no tiene más que un pelo" I-981; "lo pasado, pasado, y a lo hecho pecho", I-1127; "como casabe en caldo caliente", I-254; "escogido como un ramito de romero", I-871; "no durará más que una cuchara de pan", II-759; "no hay mal que por bien no venga", I-827, "le trataron como al diván de Constantinopla", I-254; "no reparan ni en mesas ni en castañas", II-28; "tenemos carretadas de generales", II-345; "ya está el toro en la plaza, ahoravamos a ver quienes son los guapos", II-374; "a burro lerdo, arriero loco", II-374.

lunes, 25 de agosto de 2008

V.- Signo y dimensión de la tarea

Bolívar es por sobre todo un político creador, un conductor de pueblos; el intérprete supremo de una suprema aspiración colectiva; un realizador. Es el arquitecto y el obrero de la primera etapa, de la edificación de América; dista bastante del intelectual profesional, no es el escritor con tenaz y total vocación literaria, tampoco tiene temperamento de científico; difiere de la absoluta y parcial función del doctrinario, del mero teorizante o forjador de un credo. Es un hombre que encarna una síntesis. Ni escritor ni teórico en exclusividad, pero hombre diestro en el manejo de la palabra, y en el juego de las ideas, filósofo, estudioso y realizador a la vez.

Los problemas intelectuales, por sí mismo, no llegaron a preocuparle, sin embargo, su actividad mental -juzgándola con imparcialidad- es asombrosa. Bolívar se revela en sus producciones pensador dinámico, y a la par escritor y observador certero de nuestra integral realidad. Su tarea exigía estas cualidades, no era tarea abstracta sino práctica y muy concreta; no era tarea de un día sino para la vida de muchas generaciones. A sus conciudadanos dice ya en 1814, con énfasis que publica el conocimiento responsable de la majestad de su determinación: "Los directores de vuestros destinos no menos que sus cooperadores no han tenido otro designio que el de adquirir una perpetua felicidad para vosotros que fuese para ellos una gloria inmortal. Mas si los sucesos no han correspondido a sus miras, y si desastres sin ejemplo han frustado empresa tan laudable, no ha sido por efecto de ineptitud o cobardía, ha sido, sí, la inevitable consecuencia de un proyecto agigantado superior a todas las fuerzas humanas. La destrucción de un gobierno, cuyo origen se pierde en la oscuridad de los tiempos: la subversión de principios establecidos: la mutación de costumbres: el trastorno de la opinión, y el establecimiento en fin de la libertad de un país de esclavos, es una obra tan imposible de ejecutar súbitamente, que está fuera del alcance de todo poder humano, por manera que nuestra excusa de no haber obtenido lo que hemos deseado, es inherente a la causa que seguimos, porque así como la justicia justifica la audacia de haberla emprendido, la imposibilidad de su adquisición califica la insuficiencia de los medios", II-1069.

Bolívar se hizo para su obra; su formación fue obra conciente, labor autodidacta que sabe bien cuál es su norte y que conoce bien sus posibilidades y sus aptitudes. "Yo soy el hombre de las dificultades y no más: no estoy bien sino en los peligros combinados con los embarazos; pero no en el tribunal ni en la tribuna", I-1174. Muchas veces dirá que el bufete, para él, es "lugar de suplicio", I-1107, II-1177, por razón de su carácter no podía circuncribirse al solo gabinete del estadista; su puesto estaba conjuntamente en las batallas, en las conferencias, en los salones y en los campamentos, donde a la vezfuera necesario pensar y hacer, y no hacer sin pensar, ni pensar sin hacer.

Bolívar es el revolucionario prototípico, intuye la quiebra de las bases socio-económicas de su tiempo y tras formular su fundamento programático se entrega en cuerpo y alma a la acción. Su afán no es meramente destructivo, trabaja por reemplazar las estructuras rotas con las más adecuadas a la realidad y a la conveniencia de su medio y de su porvenir.

En sus escritos hállanse, entre varias, dos autodefiniciones de su profesión. En ellas, no exentas de un melancólico tono poético, están contenidos el signo y la dimensión de su tarea. En una ocasión dice que se ha "metido a alfarero de repúblicas, oficio de no poco trabajo, pero al mismo tiempo glorioso", I-963. En otra concibe al "Nuevo Mundo como un medio globo que se ha vuelto loco y cuyos habitantes se hallasen atacados de frenesí y que, para contener este flotamiento de delirios y atentados, se coloca en el medio, a un loquero con un libro en la mano para que les haga entender su deber", II-350. Sobre este binomio de funciones insistirá otras veces; él mismo resumiráambos papeles en una síntesis autocrítica de su esfuerzo, declarando llanamente: "yo no he hecho más que dos cosas: pelear y dar algunas ideas de legislación", I-1379. Su leit motiv será siempre la doble sustentación material y moral de so obra creadora. Alfarero de república, loquero de América. Dos actividades complementarias en su esencia; dos funciones que requerirán la misma fuerza y la misma vocación y que dan la clave de su personalidad.

La investigación científica ha de orientarse a desentrañar el contenido real de expresión matafórica. Alfarero de repúblicas quiere decir autor material de la libertad de los pueblos. Guerrero y organizador. Este había de ser el oficio de quien construyó siempre, construyó desde abajo, desde los clavos para las herraduras hasta la idea de un nuevo orden universal. Su mente sintetizadora recogió la inspiración del pasado, y empujó hacia el porvenir concretándose en su presente: así nació su programa. su deber es el de alfarero, producir conforme a las pautas del oficio. Bolívar se empeña en modelar a América, en hacer de la América arcilla la América república, la legítima América. Su drama es el recomenzar continuo y nunca terminar "Lo que hago con las manos lo desbaratan los pies de los demás", II-113. Loquero de un continente es una forma de nombrar el papel de guía un tanto idealista y romántico, que sabe conducir, que avisa a tiempo los escollos y se empecina en salvar hasta aquellas sociedades "cuyos individuos son enemigos natos de su propia existencia", II-446. Bolívar quiere a América libre y conciente. "No puede haber república donde el pueblo no está seguro del ejercicio de sus propias facultades", II-1178. Es simpleza creer que le basta lograr la separación política de España y que con ello cancela su inquietud; ése era un ideal plausible pero coro, tal no podía ser su empeño exclusivo; ése habría sido el de algún interesado simplemente en heredar el poder del mando ibérico. Bolívar apunta hacia la separación política como el paso inicial hacia el surgimiento de nuestra peculiar fisonomía de pueblo. La Independencia para él no es un vocablo jurídico sino socio-histórico. ÉL busca: "la independencia en el más lato sentido de esta palabra sustituida a cuantas dependencias antes nos encadenaban", I-1106.

Pueden descubrirse en el pensamiento bolivariano insuficiencias y hasta equivocadas conclusiones; esos defectos deben ser enjuiciados dentro de su total configuración intelectual, pero no olvidando las características de su circunstancia y de su acción. Al Libertador no ha de pedírsele en el plano teórico más de lo necesario para definir y enrumbar su obra.

Bolívar concibe e impulsa la Revolución Americana como una empresa orgánica que ha de marchar simultaneamente por cinco vías y con sendos objetivos convergentes. En el orden político se trata de la emancipación, ruptura de los vínculos políticos con la corona española; nacimiento público de una magna entidad nueva; conquista de la libertad y de la autonomía. En el orden económico aspira a sustituir la estructura agraria del esclavismo por la del salariado del régimen monetario; trabaja decidido por la justicia en la distribución de los bienes; apunta a la independencia económica por la distribución de la tierra a los propios trabajadores, esto es, situar los medios de producción en las manos de sus verdaderos agentes; y tiende a la nacionalización de la riqueza minera. En lo social -conjunta e indisolublemente ligado a lo económico- se pronuncia por la abolición absoluta de la esclavitud y de los privilegios; la meta es reinvidicar la dignidad humana, eliminar las diferencias sociales: liberar a los negros, redimir a los indios, propender a la superación de los pardos; igualdad para todos. En lo jurídico su acción revolucionaria se expresa en la concepción de un Derecho Americano, en la estructuración y defensa de principios legales para regular las relaciones inter e intracontinentales; él da la pauta y reúne por primera vez la asamblea de países americanos; establece el nucleo germinal de una ágil y vasta unidad jurídica. En el campo histórico de la Revolución se traduce en la entrada al orden universal de una nueva, inmensa y rica unidad colectiva con un plan de justicia, paz y armonía internacional, con propia conciencia de su existencia, de su originalidad y de su auténtico destino. Dentro de lo específicamente cultural, Bolívar se define como un protector decidido de la educación popular, en su concepto "el primer deber del gobierno", (1) a ninguna otra materia -salvo a la guerra y a la diplomacia- concedió tan minuciosa y sostenida atención. A todo esto se añade en el orden espiritual una acción renovadora, y complementaria de esas cinco directrices, cuyo norte es establecer el imperio moral, elevar la virtud a norma y ejercicio constante de la vida social, insistir en la justicia, propagar y realizar el bien. Lograr un alma nueva, sólidamente abroquelada en los éticos culminantes de nuestra civilización.

Las líneas sustanciales de este programa coherente que Bolívar perfecciona y explana en el curso de su existencia, están declaradas desde el año primero de su acción pública. Se equivoca la Escuela Tradicional cuando tras calificativos que pretende elogiosos, predica como característica bolivariana el in promptu, la dispersión mental y la casualidad. Desde 1810, aunque en estado embrionario, existió el programa orgánico y sincrónico que rigió la conducta Libertadora hasta su muerte. Iniciado en la defensa de la libertad e independencia de su patria (revolución política) empresa por la cual ya había pagado pena de confinamiento, viajó ese año a Inglaterra con la primera representación diplomática nacional; comienza allí la obra que en 1825 recapitulará en Potosí diciendo: "en quince años de una lucha de gigantes, hemor derrocado el edificio de la tiranía formado tranquilamente en trs siglos de usurpación y de violencias", II-1214. Perpectivas distintas se abren, a su juicio, desde ese año para encauzar por una ruta segura y nueva la existencia del mundo americano: "el diez y nueve de abril nació Colombia", II-1165 (revolución histórica) y desde entonces nace su ideal de fundar el igualitarismo (revolución social), más adelante lo confirmará recordando que la igualdad absoluta fue "la base fundamental desde el día glorioso de nuestra insurrección", II-1105. En Londres expone en ese mismo 1810 su primera idea de unidad continental (revolución jurídica", habla de "invitar a todos los pueblos de América a que se unan en confederación" (2); en ese mismo viaje deja constancia de su "interés tan vivo y poderoso" por la educación (3). El plan revolucionario de Bolívar, por tanto, no es una obra orgánica a posteriori, ni fruto del azar. Enfrentando a los hechos, el Libertador va desenvolviendo las ideas que posse desde 1810. Dedicado a objetivos concretos su energá se consagrará a realizar ese programa metódico, en la forma y posibilidad que brinde su hora.

Necesaria es la insistencia en el fín político-práctico de toda la tarea bolivariana para situar en su justo punto las características de su pensamiento. Muy ptras serían las objeciones y conclusiones si Bolívar hubiera sido -por ejemplo- un filósofo. Muy exigentes deberíamos ser desde el punto de vista científico si su caso fuera el de un constructor de teorías. La exigencia crítica tiene que ser referida a la naturaleza y señales de su empresa.

Bolívar se orienta íntegramente por el signo y la dimensión de su tarea; con arreglo a ellos estructura su personalidad; se provee de todos los elementos morales, intelectuales y humanos que habrá de requerir en la hora suprema y decisiva del esfuerzo.
El signo de la tarea de Bolívar es el signo eficiente de la genuina revolución, de la verdadera creación, de las inquietudes concretas, el signo del alfarero de repúblicas. La dimensión de su tarea es la del continente, la inconmesurable dimensión del loquero de América.

NOTAS:

1. "El primer deber del gobierno es dar educación al pueblo. Bolivia, I-432.
2. "Los venezolanos... Tampoco descuidarán de invitar a todos los pueblos de América a que se unan en confederación. Dichos pueblos, preparados ya para tal proyecto, seguirán presurosos el ejemplo de Caracas". Artículo en el "Morning Chronicle" de Londres, 15 de septiembre de 1810. Cf. América y el Libertador: Publicaciones de la Secretaría General de la Décima Conferencia Interamericana. Nº 3. Caracas. 1953, pág. 7.
3. Carta de José Lancaster para Bolívar: "Cuando me acuerdo yo de tí, fue cuando tuve el gusto de perorar, usando algunos diseños explicativos, a los Diputados de Caracas (de que tú formabas parte) en la habitación del General Miranda, en Grafton Street, Piccadilly, Londres, hacia el 26 o 27 de Septiembre de 1810... Mi sistema excitó en tu mente un interés tan vivo y poderoso cuando estabas en Londres... Comprendí aquella tarde que a causa de mi utilidad a la nación y mi reputación en Inglaterra la acción sobre los ánimos allí, a consecuencia de tu interés en la educación que he logrado hacer asunto de importancia para todo el pueblo inglés, será altamente favorable al honor de Colombia; y todo lo que la enaltezca tiene que deleitar mi corazón". Bolívar y su Época: Publicaciones de la Secretaría General de la Décima Conferencia Interamericana. Caracas, 1953. Tomo I, páginas 146 y 148.

domingo, 17 de agosto de 2008

IV.- Integración de su personalidad

Tres son esencialmente los cauces formativos de la personalidad cultural del Libertador: los maestros, los viajes y las lecturas.

Bolívar dice que fue educado como podía serlo un niño rico en la América bajo el dominio hispano, I-1099; nunca le faltaron instrucciones de calidad. Su madre y su abuelo buscaron para la enseñanza al presbítero José Antonio Negrete, a Guillermo Pelgrón, Fernando Vides y otros distinguidos preceptores; entre éstos también contóse Andrés Bello como maestro de literatrura y geografía (1); igualmente recibió lecciones de matemáticas del ilustrado padre Andújar, noble personalidad intelectual y humana, muy admirada por Humbolt; también fue discípulo del Licenciado Sanz (2). Fue Don Simón Rodríguez, sin embargo, el más influyente maestro de Bolívar; a ningún otro especialmente en los años de gloria y de altura, le reconoció tanto poder sobre su corazón; solo de Rodriguez dijo: "cuyos consejos y consuelos han tenido siempre para mí tanto imperio", I-21.

Don Simón Rodríguez, precursor y animador de la inquietud bolivariana, es por autonomasia el Maestro del Libertador; antes de que éste independizara a América, Rodríguez - su "maestro universal", I-22 - hace su tarea: independiza a Bolívar, lo divorcia de la realidad tradicional y lo acerca a la verdad futura; lo ayuda a conseguir la perpectiva propia de un creador, a instuir su faena y a calcular las fuerzas de sus auxiliares y sus enemigos (3). Simón Rodríguez llama a Bolívar a ser tremendamente cuerdo entre aquellos mediocres que se autoestiman depositarios del buen juicio y de la sensatez, y a los ojos de los cuales la Independencia tenía que ser una "locura" singular.

La enseñanza de Rodriguez se cumple en la adolecencia y en los umbrales mismos de su edad adulta; superados algunos roces de la infancia entre maestro y discípulo, roces que nunca más recordará el Libertador, la compenetración entre ambos es intensa y duradera. Por el carácter independiente y rebelde de Odríguez, se comprende que este cale tan hondo en el espíritu del joven.

Además de los maestros señalados, cuya enseñanza se desenvolvía sin "método" y con irregularidades motivadas por circunstancias propias de un alma inquieta y mimada, hay que señalar como los únicos estudios sistemáticos realizados por Bolívar, los de matemáticas en la Academia de San Fernando de Mdrid. En esta ciudad hizo además el estudio de las lenguas francesa e inglesa con profesores competentes, bajo la inspección de su representante el Marqués de Ustáriz.

Conviene subrayar que adelantándose al concepto de la educación integral, los responsables de la educación bolivariana nose preocuparon sólo por los conocimientos teóricos; el Libertador recibió desde niño lecciones de esgrima, equitación y baile (4).

Desde la antiguedad se ha apreciado el valor formativo de los viajes. Nada mejor para lograr una genuina mentalidad comprensiva, un espíritu tolerante, una visión perpectivista capaz de percibir la relatividad de las culturas, y por ende, de facilitar el progreso y desterrar el dogmatismo. Ya en Herodoro se encuentran las primeras muestras, un espíritu a prueba de sorpresas, amigo siempre de la compresión generosa. En otra época Descartes recomienda los viajes como los mejores auxiliares para la renovación espiritual; básicos para educar y ennoblecer el alma, para el atesoramiento de las energías requeridas por la verdadera labor creadora. El propio Libertador asigna a los viajes una importancia fundamental en su carrera: "es de creer que en Caracas o en San Mateo no me habrían nacido las ideas que me vinieron en mis viajes, y en América no hubiera tomado aquella experiencia ni hecho aquel estudio del Mundo, de los hombres y de las cosas que tanto me ha servido en todo el curso de mi carrera política". Bucaramanga, 230.

Tres viajes realizó Bolívar a Europa con motivos diversos, pero tácitamente con un solo fín: construcción de su personalidad, búsqueda y acumulación de experiencias, elaboración de un destino. En total vivirá en el viejo continente unos siete años y dos meses. El primer viaje, siendo niño, es de estudios, y culmina con su matrimonio. Pasa por México y Cuba, se siúa en España y conoce a Francia. Etapa de tres años y medio.

El segundo viaje lleva por propósito la distracción de la viudez temprana, dura otros tres años y medio en los cuales disipa una cuantiosa fortuna material, culmina en el Monte Sacro y en el Juramento definitivo: es el viaje del aprendizaje con Rodríguez. Tiene oportunidad de presenciar la coronación de Napoleón y de sentir desprecio por la actividad que responde única y ciegamente a la ambición de poder. Visita a España, Francia, Italia y parte de Bélgica, Holanda y Alemania; a su regreso desembarca y permanece cuatro meses en los Estados Unidos. La visión de los distintos pueblos europeos, colectividades con tradición que arranca de remotos tiempos, lo hará ser comprensivo con su pueblo. En Europa logrará un más exacto sentido de las proporciones que no pueden alcanzar en su patria, hallará una más vieja y alta tribuna para asomarse al espectáculo del devenir universal. Europa lo incita a la reflexión (5). Con satisfacción maravillada advierte que los problemas de América se miran con más claridad. Bolívar se descubre a sí mismo en Europa, se aprecia mejor, se autocritica con mayor justicia; en este viaje eligió su signo y cimentó la evidencia de que no iba equivocado. Bolívar calibra en este viaje la diferencia entre Europa y América: un continente con entidad espiritual en más de dos mil años; y otro, con el problema de culturas desiguales que no logran fundirse, con tres siglos apenas de historia conocida, en trance de indagación de su propia alma.

En el tercer viaje a Europa, va de diplomático a la Gran Bretaña, como integrante de una de las primeras embajadas venezolanas. En sus dos meses de permanencia londinense, Bolívar tiene ocasión de gustar la vida inglesa, este viaje es también, por eso, fundamental; sentirá siempre una admiración extraordinaria por el pueblo inglés, en el cual le produce la más viva impresión, mucho de lo que falta en América y que él se empeña en fundar: estabilidad, respeto, dignidad, sensatez, sentido práctico; quiere para América este grupo sencillo de virtudes británicas: realización efectiva de la libertad y democracia en un clima sin violencias; tradición amorosamente cultivada como elemento vertebrador de la personalidad colectiva a través de las épocas. Esta justa valoración de la calidad social británica es la razón que lleva a Bolívar a recomendar cuantas veces puede una alianza de América con el estilo de vida de Inglaterra.

No sólo a Europa se dirigió la inquietud bolivariana; después, en plena contienda emancipadora y por imperativos y necesidades de la misma, recorre a pie, a caballo, en flecheras, bergantines, goletas, etc., la mayor parte del continente americano. Boston y Plata fueron los puntos más septentrionales y meridionales del itinerario bolivariano. El tuvo la vivencia exacta de la patria americana; la sintió integralmente, y siempre estuvo donde fue necesaria su presencia: Quienes en nuestro tiempo vuelan sobre los altos picos y profundas hondonadas de Colombia, Ecuador, Perú, Bolivia, más o menos paralelamente al Pacífico, se asombran de la dimensión material del esfuerzo bolivariano.

Desde su adolescencia Bolívar tuvo el hábito de la lectura; el suyo fue un proceso continuo de vigorización y renovación de su personalidad intelectual. Es imposible construir una lista exhaustiva de los autores leídos por Bolívar, pero remitiéndonos nuevamente a la información contenida en sus escritos, dbemos indicar a grandes rasgos que conocía a los clásicos de la antigüedad, griegos y romanos: Homero, Polibio, Plutarco, César, Virgilio; todos los géneros. Clásicos modernos de España, Francia, Italia e Inglaterra. Igualmente de los más diversos sectores intelectuales; desde filósofos y políticos como Hobbes, hasta poetas como Tasso y Camoens, pasando por naturalistas como Buffon, astrónomos como Lalande, economistas como Adams Smith. En sus cartas pueden hallarse muchos nombres regados con espontaneidad: los enciclopedistas y planificadores de la Revolución Francesa, conocidos y estudiados a fondo y cuya influencia en el credo bolivariano es fácil señalar: Montesquieu, sobre todos, Rousseau, D'Alanbert, Condillac, Voltaire. Además Cervantes, Locke, Helvetius, Ossian, Goguet, Llorente, Napoleón, Rollin, Berthot, De Pradt, Filangieri, Mhon, La Fontaine, Constant, Mme. Staël, Grotius, Humboldt, Rmsay, Beaujour, Mably, Dumeril, Delius, Montholon, Arrien, Sismondi, etc. En parte de sus libros, que regala a Tomás C. Mosquera en 1828, se encuentran los más diversos títulos. Claroíndice de que su cultura no era unilateral es, además de los autores citados, la siguiente diversidad de títulos, idiomasy materias de su biblioteca: Epoques de l'Histoire de Pruse; Ensayo de la historia civil del Paraguay, Buenos Aires y Tucumán; Description Générale de la Chine; Dictionnaire Géographique; Voyage to the South Atlantic; Gramática Italiana; Diccionario de la Academia, New Dictionary Spanish and English; Encyclopédie des enfants; life of Washington; Dictionnarie des Hommes Célebres; Life od Scipio; Mémoires du Général Rapp; Medias Anatas y Lanzas del Perú; Cours Politique et Diplomatique de Bonaparte; Espíritu del Derecho; Influence des Gouvernements; Congreso de Viena; Viaje de Aanacarsis; Fetes et courtisanes de la Gréce; Code of Laws of the Republic of Colombia (6).

Fue la suya una pasión de cultura que no conoció término; en todos y cada uno de los maestros del saber universal quiso aprender una idea que sirviera a la perfección de la obra de su vida: la creación de su América, su programa revolucionario.

NOTAS:

1. De Bello dijo Bolívar en 1829: "Yo conozco la superioridad de este caraqueño contemporaneo mío: fue mi maestro cuando teníamos la misma edad; y yo le amaba con respeto" II-640
2. Es curiosos anotar que el nombre del Licenciado Sanz no aparece mencionado ni una sola vez en la obra escrita de Bolívar.
3. En las cartas de Bolívar abundan las referencias a Rodríguez: "un sabio y un amigo aue adoro... el Sócrates de Caracas" I-842; "Ud., formó mi corazón para la libertad, para la justicia, para lo grande, para lo hermoso. Yo he seguido el sendero que Ud. me señaló". Véase además: I-23,24,25964,1157 y1158.
4. En la equitación y baile demostró Bolívar excepcional habilidad. Peru de Lacroix refiere que el Libertador contaba haber sido muy aficionado al baile, "que el valse es lo que siempre había preferido y que hasta locuras había hecho en bailar seguidamente horas enteras, cuando tenía una buena bailarina. Que en tiempo de sus campañas cuando su cuartel general se hallaba en una ciudad, villa o pueblo, siempre se bailaba casi todas las noches, y que su gusto era hacer un valse e ir a dictar algunas órdenes u oficios; volver a bailar y a trabajar: que sus ideas entonces eran más claras, más fuertes y su estilo más elocuente; en fin que el baile lo inspiraba y excitaba su imaginación",Bucaramanga, 153. Bolívar llamó al baile, "poesía del movimiento", II-1296.
5. "Se electriza S.E. cada vez que habla de sus viajes a Europa: se conoce que ha sabido observar y aprovecharse de sus observaciones. A más de la viveza de su espíritu, del fuego de su imaginación, tiene un juicio pronto y recto; sabe comparar y bien apreciar las cosas, y posee el talento, poco común, de saber aplicar sus compararciones según los lugares, las circunstancias y los tiempos: sabe que tal cosa es buena en sí, que es excelente, pero que no conviene por el momento o que es buena aquí y no allí". Bucaramanga, 230.
6. "Lista de los libros de S.E. el Libertador, que conduce el capitán Emigdio Briceño, remitidos por el coronel Tomás Cipriano Mosquera. Obras completas. Dumeril. Théorie des Révolutions. Oeuvres de Hobbes, Histoire d'Amérique. Arrien: Expedition d'Alexandre y un Atlas. Manuscrit de 1813. Sismondi: Littérature du midi de l?Europe. Introduction à laPolitique. Annales de règne de Georges III. Contes de La Fontaine. Simonde de Simondi. Description Générale de la Chine. Réflexions Militaires. Plutarque. L'Odyssée d'Homere. Fétes et courtisanes de la Grèce. Llorente. Cours politique et diplomatique de Bonaparte. Oeuvres de Napoleon. Mèmoires Napoleon. Histoire de Napoleon. Histoire du Brésil. Campagne de 1814 y un Atlas. Goguet New Dictionary Spanish and English. Gramática Italiana. Science du Gouvernement. Ensayo de la historia civil del Paraguay, Buenos Aires y Tucumán. Oeuvres de Voltaire. Républiques Italennes du Moyen Age.
Histoique. Deluis: Explotation des Mines, Grotius, Mesure du Mere d'Angleterre. Dictionnaire des Hommes Célebres. Analyse de la Philosophie. Os Lusiadas. Epoques de l'Histoire Universelle. Espíritu de las Leyes. Curso de política, por Constant. Poésies d'=ssian. La Eneida, de Virgilio. Comentarios de César. Mac Mahon S. Cardeninos. Montholon: Mémories de Napoleon, Jugement impartial sur Napoleon. Influence des Gouvernements. Code of Laws of the Republic of Colombia. The Federalists. Colon, Juzgados militares. Principios de Fortificación. Ordenanza naval. L'Iliade, d'Homere. Révolution Francaise. Jerusalen delivrée. Tasso. Campagnes d'Italie. Mémoires du Baron Fain. Encyclopédie des enfants. Beatés de l'Histoire de Turquie. Beautés d'Hollande. Oeuvres du Roi de Prusse. Bibliotheque Philosophique. Dictionnaire Géographique. Delius: Exploration Des Mines, Grotius, Mesure du Méridien. Medias anatas y Lanzas del Perú. Voyage to the South Atlantic. Le colonne de la Grande Armée. Colonne sur la Place Vendôme. Histoire de Polibe. Diccionario de la Academia. Histoire de Prusse. Viaje a la América Meridional. Principes de Stratégie. Congreso de Viena. Scipio. Vie de Washington. Espíritu del derecho. Tratado de Castramentación. Les Cent Jours, Constant. Memoires du Général Rapp. Bographies des Contemporains. De Pradt. Richesse des Nations. Guerres de la Révolution. Beajour: S. North America.Life of Washington. Ramsay: Life of Washington. Fables de La Fontaine.Vertot: Histoire Romaine. Découverte de l'Amérique. Humbolt: Astronomie. Viaje de Aanacarsis. Commentaires de Cesar. La Nouvelle Rspagne. Voyage au Nouveau Continent. Exposición de Don José de la Riva Agüero. Victoires complètes des Francais. Informe de la LEY agraria. Atlas de América. Voyage de Humbolt. La Nouvelle Espagne. Atlas. Colombia. Viaje de La Cruz" II-266. A Santander escribe: "Ciertamente que no aprendí ni la filosofía de Aristóteles, ni los códigos del crimen y del error; pero puede ser que Mr. de Mollien no haya estudiado tanto como yo a Locke, Condillac, Buffon, D'Alambert, Helvetius, Montesquieu, Mbly, Filangieri, Lalande, Rousseau, Voltaire, Rollin, Berhot y todos los clásicos de la antigüedad, así filósofos, historiadores, oradores y poetas, y todos los clásicos modernos de España, Francia, Italia y gran parte de los ingleses" I-1099. "mantenga Ud. por ahora los cajoncitos de libros de Norte América hasta otra disposición" II-553. Cf. Bucaramanga, 305.
Véase el interesante opúsculo: Pérez Vila, Manuel: La Biblioteca del Libertador, Caracas, 1960.

sábado, 16 de agosto de 2008

III.- Gravedad de la hora

Los factores que ayudaron a la autonomía política han sido suficientemente divulgados hasta en los enfoques más superficiales, que lo son precisamente por recargar de modo absoluto la nota positiva. Remitiéndonos a documentos fidedignos llamaremos la atención sobre significativas realidades silenciadas por el entusiasmo glorificador, indispensables para medir la dimensión exacta de su obra y comprender en términos totales el período de Bolívar, y sobre todo, para calcular la posibilidad de su pensamiento.

Considerando el clima espiritual del período que estudiamos, hay que anotar tras el optimismo de algunos acontecimientos iniciales como la Campaña Admirable y la entrada victoriosa a Caracas, dos datos constantes en larga parte de la acción bolivariana: odio e ingratitud; dos sentimientos paralelos cuyas causas no competen a esta investigación, pero cuyas consecuencias valen especialmente por la repercusión en el hombre real cuyo pensamiento social es objeto de este libro.

En realidad el odio, comprensible por la magnitud de su personalidad, no sorprende a Bolívar, "nadie es grande impunemente, nadie se escapa al levantarse de las mordidas de la envidia", II-373; además se lo explica la naturaleza de su función, que es función política, propicia a todos los excesos afectivos, y ante todo, por su papel de constante y auténtico revoucionario; es la reacción lógica de quienes sufrieron mengua en sus patrimonios o privilegios. En el Perú había escrito: "Yo no me puedo hacer amar personalmente, porque estoy haciendo una reforma de usos y costumbres abominables y antiguos. El ejército y la administración necesitan de una reforma radical que estoy ejecutando. Por consiguiente, los intrigantes me aborrecen...", I-1112. Este odio retarda y entorpece todas sus empresas, y anima los diversos atentados contra su vida, entre ellos el del 25 de septiembre, "rasgo de odio implacable", II-591, que abre la etapa más desesperante y dolorosa de su carrera.

También podría ser tema extenso el de la ingratitud hacia el Libertador; si Bolívar fue algunas veces objeto de un culto idolátrico, en no pocas conoció, además de la oposición encarnizada, la ingratitud de aquellos por quienesse había sacrificado. "Mi dolor será eterno", II-484, escribía en 1828 anticipándose a sufrimientos más hondos; ni un momento se detuvo el alud de la pasión ingrata; ya cerca de la muerte le viene, junto a los gritos de Valencia, la información de que en Venezuela se pretende hasta desconocerle los bienes heredados de sus abuelos; finalmente llega el incidente de la proscripción.

Tan dignos de atención como estos elementos del clima espiritual, factores objetivos de la circuntancia de Bolívar, resultan unos cuantos hechos materiales que, normales entonces, parecen hoy casi increíbles. Verbigracia, visto el enorme progreso en materias de vías y medios de comunicación, y conocida la necesidad de contactos inmediatos en las operaciones de guerra, sorprende conocer las tradanzas y distancias que constan en las cartas de Bolívar (1). Cierta vez una orden del Libertador desde Lima, se hizo posible en Caracas, a los siete meses y medio de su fecha, I-1350.

Del Perú informa Bolívar a Santander que "primero sabemos de Rusia que de Caracas; los partes de Junín nos han llegado primero de Inglaterra que de Caracas; y algunas veces recibimos con la misma fecha papeles de Londres y Bogotá", I-1070; y desde Plata (Bolivia) pregunta al mismo general neogranadino: "Creerá Ud. que nosotros recibimos aquí noticias de Europa siempre más frescas que las de Bogotá?", I-1245. Imagínese como podían marchar los asuntos políticos y militares con tan obstaculizantes tardanzas; naturalmente que en cuanto a la guerra este inconvenioente era sufrido en idéntico grado por los contrarios, pero de todos modos ilustra sobre la incertidumbre y la falta de armonía que necesariamente aquejaba las actividades de entonces.

La magnitud del escenario físico de la acción bolivariana no debe olvidarse: cinco millones de kilómetros cuadrados. La Gran Colombia, Perú y Bolivia tienen una extensión aproximadamente igual a la de la Rusia europea o a la que tienen en conjunto veintitrés países del viejo continente: Portugal, españa, Francia, Bélgica, Holanda, Alemania, Suiza, Austria, Luxemburgo, Italia, Gran Bretaña, Irlanda, Dinamarca, Noruega, Suecia, Finlandia, Polonia, Checoslovaquia, Hungía, Albania, Rumania, Grecia y Bulgaria.

Téngase también en cuenta que las distancias inmensas de América eran cubiertas por las tropas, a caballo y a pie, con un promedio de velocidad que asombra por el esfuerzo que supone. En una ocasión Bolívar recomendaba marchar un promedio de diez leguas por día, I-893.

En el recuento de la circuntancia que rodea al Libertador, llamada por él mismo "desarrollo de todos los elementos desorganizadores", II-1133, no so olvide que él debía ocuparse -por falta de la adecuada colaboración, y gracias a su capacidad- hasta de nimios detalles. Ilustra mucho sobre la integral pobreza de América y sobre el tamaño de la acción libertadora, que Bolívar dicte normas para el cuido de los caballos, que deba intervenir en la cuestión del vestuario para la tropa, y que llegue hasta detenerse minuciosamente en recomendaciones sobre los clavos de las herraduras (2).

Crímenes, anarquía, leguleyos, desertores, masas engañadas, etc., son elementos negativos que en general dan su color a la circunstancia de Bolívar (3). Con su grupo de luchadores Bolívar ha de realizar una obra cuyos defectos deben medirse por el volumen de sus obstáculos; la acción del Libertador perdió necesariamente en intensidad lo que debió prodigar en extensión, no es ilógico que él concluya en pesimismo; pero a la luz de la historia y vista la dimensión del esfuerzo, Bolívar es bandera de optimismo. En un momento conflictivo dice su palabra: "En semejantes países no puede levantarse un libertador sino un tirano", II-665. En una hora de angustia no oculta su temor: "Lo peor de todo es que mi error se obstina hasta imaginar que no somos capaces de mantener repúblicas, digo más, ni gobiernos constitucionales. La historia lo dirá", II-112. Cinco semanas antes de su muerte tiene fuerzas para intentar un balance "no he sacado más que pocos resultados ciertos: 1º la América es ingobernable para nosotros; 2º el que sirve a una revolución ara en el mar; 3º la única cosa que se puede hacer en América es emigrar", II-959.

Hasta ahora no se ha advertido debidamente que los rayos optimistas que brotan e iluminan la lección bolivariana se afianzanparadojicamente por este pesimismo del ocaso. Esta situación final de desesperación, inconformidad y desencanto salva a Bolívar ante la Historia. Indica con claridad meridiana que Bolívar no se hace ni se hizo nunca solidario de la desnaturalización del programa orgánico de la Independencia; murió conciente de que muy poco se había logrado en el camino de su anhelo, de que la separación política de España no bastaba cuando aún faltaba vigorizar y unificar la nacionalidad continental y enrumbarla por la senda de la virtud y de la perfección moral, resolver el problema de la tierra, realizar la justicia económica y abolir definitivamente la esclavitud (4).

El optimismo que Bolívar comunica en la Historia, considerado desde un plano objetivo, resulta de su esfuerzo que permanece como ejemplo y de su negativa final a respaldar un estado de cosas que no podía satisfacerlo. Con él triunfan una doctrina y una generación que combaten contra muy potentes enemigos; y sobre todo triunfa una pauta inequívoca que sobrevive intacta para una porción muy importante del universo. Su lección es victoria, una victoria del empeño contra la adversidad y un limpio anhelo de futuro.

NOTAS:

1. Ejemplos de tiempo gastado por correspondencia dirigida al Libertador: De Bogotá a Guayaquil: más de dos meses I-735; de la Paz a Bogotá: cinco meses I-1175; de Bogotá a Potosí: seis meses I-1194; de Caracas a Plata: seis meses I-1247. Una carta de Bentham a Bolívar estuvo viajando un año y cinco meses, II-16, otra de Don Carlos de Alvear llegó después de siete meses II-59.
2. Sobre el cuido de los caballos dice a Sucre en 1823: "Haga Ud. que a los caballos de la costa se les hagan todos los remedios inimaginables a fin que se les endurezcan los cascos, quemándose con planchas de hierro caliente, y bañándoselos con cocuiza que se mandará a buscar dondequiera que la haya; que se les dé el pasto atados y el agua a mano para que estando en seco no se pasmen en los primeros dos o tres días humedeciéndose; y ultimamente que, si es posible, estén bajo cubierta. Mande Ud. cambiar los caballos de la costa malos, por otros buenos de la sierra", I-948.
Tal era su interés por los caballos que en una ocasión llego a recomendar que se les entregara esos animales, a hombres que los quieran "como si fueran sus propias mujeres" I-754.
Sobre los pantalones para los soldados: "Dé Ud. orden al comandante de Puerto Cabello que haga agrandar los pantalones que, por muy pequeños, no sirven a la tropa: diga Ud. que compren un poco del mismo género y se les pone un chazo en forma de vivo o tira" II-86. Entre otras referencias al vestuario de la trompa puede verse I-1250.
La cuestión de los clavos para las herraduras figura en numerosas cartas. Llegó Bolívar hasta fijar un modelo del clavo conveniente; en carta a Heres le explica: "Los clavos ingleses que ha traído López son muy delgados hacia la cabeza y se doblan. Tenga Ud. mucho cuidado en esto, dicen que no están conforme al modelo que yo he mandado, y los tales clavos no sirven para nada. Solicite Ud. el modelo que llevó López y vea Ud. mismo que se hagan conforme a él, pues por estos malhadados clavos, y tantas dificultades va a perderse el Perú: vele Ud. sobre esto mucho, mucho. Que los clavos sean igual, igual al modelo que llevó López" I-956. Cf. igualmente la comunicación al Gral. La Mar, de 7 de mayo de 1826, que versa íntegra sobre el mismo asunto I-964 y sig.
A veces ha de ocuparse de otras minucioa, así recomienda a los soldados "que les lleven limones a las pascanas, para que beban agua de limones con panela o miel, todo para eviatr el mal clima y el calor excesivo del día y del país" II-561.
3. Queremos dejar expresa constancia de que en los tres capítulos dedicados al ambiente de la activiada bolivariana, no hay ni una sola línea de ficción. No hemos vacilado un momento en sacrificar la posible amenidad y fluidez de la exposición en aras de la exactitud y términos textuales. Excúsese por ello la abundancia de citas; no hemos buscado prejuiciadamente elementos adversos para realzar la figura de Bolívar; si ella resultara magnificada por contraste sería porque esos elementos se consiguen con singular facilidad y dominan en su obra escrita. A esa obra escrita nos hemos referido casi integramente, y estamos seguros de haber dado en estos capítulosuna imagen fiel del espíritu común a toda ella.
4. Andan por tanto diametralmente equivocados los estudiosos que critican al Libertador a la luz de los frutos inmediatos de la autonomía política. Suponer a Bolívar conservador o retrógrado, porque tal fuera la orientación de los primeros gobiernos de las repúblicas por él libertadas, es de una miopía intelectual inconcebibles; Bolívar no se suma jamás a las camarillas que manteniendo el dudoso estilo moral tradicional, suplantan a las oligarquías metrpolitanas en la explotación política, social y económica de esos pueblos.

lunes, 11 de agosto de 2008

II.- Confabulación de Enemigos

Bastante se ha insistido sobre el aspecto positivo de los hombres de América para la hora de la liberación política. Se ha hablado con mucho encomio de los compañeros de Bolívar, del arrojo que los definía, de sus excepcionales aptitudes para la lucha militar, de su generosidad. Más de una vez los autores de la liberación han sido presentados como un grupo homogéneo, con una meta común y una tarea armónica. Pero en el canto épico no está toda la verdad.

Para aquilatar el valor de la generación bolivariana es preciso revisar sus rémoras. Para llegar a una conclusión válida se ha de considerar al propio tiempo, tanto al pueblo que todo lo sacrifica por su mejoramiento y por su libertad, y a su legión heroíca, como a una serie de individuos que se consagran con tenaz entusiasmo a la tarea de obstaculizar. Bolívar ha de ir superando esos inconvenientes, gastará enormes energías e invalorable tiempo en la solución del problema creados por esos encargados de cumplir el papel de reacción contra la acción de América Latina.

Tales individuos pertenecen a diversas esferas pero entre todos realizan una acción coincidente, y en total ayudan a revelar las características completas del material humano que asiste a la emancipación.
Citemos en primer término a los desertores. Razones positivas explican que no haya un día sin deserciones en el ejército patriota, I-284. En no pocos casos se aplica la pena usual: fusilamiento, con la finalidad natural de la intimidación; pero a menudo advierte Bolívar la inutilidad del castigo: quienes desertan obedecen a imperativos superiores a sus fuerzas, y por ello viene el perdón. El indulto se explica como intento de captación, expresión de anhelo proselitista; otra vuelta al comienzo para un nuevo inicio, y así una nueva repetición del ciclo. De paso el indulto aspira a clarificar la situación con su fórmula de generosidad global. No se sabe con exactitud quienes son y quienes no son desertores; tan evidente es esta indefinición y tan defectuosamente tipificado está el delito de la deserción en la conciencia social, que las mismas normas bolivarianas lo reflejan así: véase aquel decreto de 1814 que acoge en su perdón a todos "los que hayan sido y sean, o se crean delicuentes", II-1053.

Igualmente desde el principio aparecen los individuos y colectividades criollas opuestos a la Independencia. Se dio repetidas veces, el caso de pueblos que, desconociendo el valor de sus derechos, se convertían en los más activos enemigos de su propia existencia; someterlos, vencerlos y convercerlos fue tarea agotadora. En las crónicas de entonces proliferan los ejemplos de ciudades y provincias realistas, se conocen no pocos americanos distinguidos en las huestes metropolitanas. Todo ello encuentra su más acabado exponente en la provincia de Pasto y los pastusos; Bolívar llama a estos "los demonios más demonios que han salido de los infiernos", I-782, mucho hicieron sangrar a Colombia, su fanatismo jamás fue apaciguado, su atraso cultural podría explicarse en parte, a la luz de la Antropogeografía, por la naturaleza accidentada del suelo que habitan, dificilmente accesible, bastante impropicio al intercambio de nuevas formas culturales. Tan unidos se presentan todos en el bando hispano, que el Libertador considera que de ellos hasta "las mujeres mismas son peligrosísimas", I-783.

Es también otro problema de entonces, no cancelado por entero en nuestros días, la falta de personas capacitadas para actividades directivas, y en particular para las funciones públicas. En ocaciones diversas se ha hablado de escacez humana, pero referida ésta a la hora de Bolívar se la relaciona con la obra hispánica en América. La cuestión ha sido vista con criterio apasionado y, por ello, desprovisto de objetividad crítica; para algunos el imperio español realiza en nuestro continente una extraordinaria labor cultural cuya más depurada expresión está cabalmente en los hombres de la Emancipación. Para los adversarios de este punto de vista, la situación es muy otra; la Colonia es un período de oscurantismo y de miseria, y el caso de los libertadores es un fenómeno especial debido a extraños factores circunstanciales. Ya resulta anacrónico plantear el asunto en términos dilemáticos tan insuficientes por elementales; si es cierto que para 1810 hay dirigentes en América, no debe cargarse íntegramente este mérito en el haber de la metrópoli; buena parte de los constructores de la nacionalidad se formó en Europa, y en cuanto a los conocimientos recibidos en América, debieron pagar un elevado precio de dificultades. Junto a minúsculas élites intelectuales preparadas en el Nuevo Mundo, la verdad fue que la mayoría de los habitantes no recibió ni una mísera instrucción. Pero, en un balance justo, al lado de la aniquilación de las culturas indígenas, y junto al descuido notorio de la educación general y a sus profundos vicios intelectuales, debe anotarse en la cuenta del régimen español el haber fundado instituciones cuya obra es admirada aún: "México y Perú tuvieron Universidad e Imprenta desde los primeros años del coloniaje. La Universidad de México gozó, desde su fundación, en 1551, de los mismos privilegios y franquicias que la de Salamanca; y la santa Sede le concedió el título de Pontificia". Había también cierto orden y estabilidad políticos, pero ello antes que título de orgullo para nadie, es característica típica de un sólido colonialismo. Es justo que se recuerde la acción de los cabildos -célula de orientación pública- pero que no se olvide la contrapartida de la defectuosa y pésima instrucción que, entre otros, denuncia en Venezuela el Licenciado Sanz (8).

La crisis administrativa de la América recién libertada, aún vigente enseña cuán ver+idica era esta pobreza de personas capacitadas y cuán discutible la acción formativa de hombres que muchos atribuyen a la metropoli colonizadora. Bolívar dice con claridad: "Los americanos han subido de repente y sin los conocimientos previos; y lo que es más sensible, sin la práctica de los negocioa públicos; a representar en la escena del mundo las eminentes dignidades de legislladores, magistrados, administradores del erario, diplomáticos, generales, y cuantas autoridades supremas y subalternas forman la jerarquía de un estado organizado con regularidad", I-166. La escacez era además incontestable en el terreno especificamente demográfico; la población americana era pequeña(9); "Ni el general Sucre ni yo tenemos estado mayorporque absolutamente no hay nadie que lo desempeñe. El país en que obramos pasa de mil leguas, y apenas son cuatro hombres los que pueden desempeñar uno que otro encargo muy importante", I-1096.

De soldados poco cultos deberá hacer Bolívar hombres aptos, diplomáticos y gobernadores; llegará a enseñarles desde los modales de comer en la mesa hasta los de manejar los asuntos internacionales (10).

Es preciso advertir que si bien faltan en general hombres integralmente preparados, es decir, moral e intelectualmente capacitados para las funciones del Estado, existe una variada partida de individuos medianamente informados, y sobre todo con una evidente desorientación ética, quienes precisamente buscan tomar el control de la República; muchas veces, y al lado de patriotas de mérito se les verá, especialmente en los cuerpos legislativos beneficiandose y entorpeciendo la empresa a la cual ni siquiera pasivamente contribuyeron; Bolívar los denuncia; la actividad desorganizadora que despliegan es efectiva, "más hace en un día un intrigante que cien hombres de bien en un mes", I-1112. Boívar no dará cuartel a esta pandilla de saboteadores, "banda de tránsfugas que nunca hemos visto en los combates", I-1477, que no luchan ni ayudan, pero que vienen prestos a la hora de "recoger". Será difícil neutralizarlos; en su torpeza harán caer sobre el Derecho el desprecio de los hombres de acción, la burla y el escepticismo de los prácticos; ellos contribuirán a que la fuerza se estime superior a la ley. Conste que el Libertador no se refiere a los legisladores en general, ni a los ideólogos(11). Bolívar no anatematiza en abstracto; sabe que los legisladores no son buenos ni malos por sí mismo, dependen de sus principios y de su conducta; cuando habla de leguleyos e intrigantes no alude ni remotamente a los representantes del pueblo en sus cámaras deliberantes, a quienes estima imprescindibles en toda sociedad democrática como es siempre la por él concebida.

EL malestar social determinado por el aplazamiento de las reivindicaciones económicas de las masas, es ingrediente ineludible de esta hora crítica. Las mismas multitudes paupérrimas que siguieron a Boves, acompañan las banderas patriotas cuando creen avizorar el día de la redención de sus ansias elementales. Bolívar en Jamaica dibujaba así el status de insoportable subordinación económica de las colonias insurgentes: loa americanos "no ocupan otro lugar en la sociedad que el de siervos propios para el trabajo, y cuanto más, el de simples consumidores; y aun esta parte coartada con restricciones chocantes: tales son las prohibiciones del cultivo de frutos de Europa, el estanco de las producciones que el rey monopoliza, el impedimento de las fábricas que la misma Península no posee, los privilegios exclusivos del comercio hasta de los objetos de primera necesidad, las trabas entre provincias y provincias americanas, para que no se traten, entiendan, ni negocien; en fin ¿quiere usted saber cual era nuestro destino?; los campos para cultivar el añil, la grana, el café, la caña, el cacao y el algodón, las llanuras solitarias para criar ganados, los desiertos para cazar las bestias feroces, las entrañas de la tierra para excavar el oro que no puede saciar a esta nación avarienta", I-165. Y alcanzó a ver claro que estas mayorías ignatas, "hombres de carne y hueso", I-914, de no ser atendidas con la sinceridadobligada de un auténtico régimen revolucionario, frustarían todo intento de consolidación del orden político, ¿será pesimista al vislumbar que el cuadro total de América se presentaba espantoso"más para lo futuro que para lo presente", II-933?. Estamos sobre un abismo -decía a Gual en 1821- o más bien sobre un volcán pronto a hacer su explosión", I-560.

NOTAS:

7. Zum Felde, Alberto:
El problema de la cultura americana. Editorial Losada, S.A. Buenos Aires, 1943, pag. 193.
8. América vive todavía su guerra de Independencia aunque hoy no se libren combates en los campos de batalla. América está en la etapa angustiosa de conocerse y hacerse a sí misma; en el orden específico de la preparación de hombres para los altos destinos públicos no ha dispuesto de las condiciones mínimas requeridas, por esta razón no se manifestado unitariamente una "élite" como la que impulsó la liberación. La anarquía que, nutrida por las pretensiones de predominio material sobre mayorías depauperadas y por la pasión de pugnacidad, comunica su efecto desintegrador a toda la sociedad, asi como la ausencia de un programa de acción común, han distraído y atomizado el valor de las generaciones de interesante calidad que suceden a la generación emancipadora. No que la colonia fuera más propicia para la capacitación, es quela forzosa tranquilidad colonial permite a los inquietos viajar y vigorizarse en fuentes distantes y distintas de las instiruciones educativas españolas. El fervor revolucionario, la capacidad política de los líderes del movimiento inicial no fue jamás producto de ninguna universidad hispana, fue obra de auto-elaboración, de autodidactismo posible en un mundo todavía no sacudido ni absorbido por la vorágine guerrera.
9. En la Carta de Jamaica habla de "16.000.000 de americanos..." I-162.
10. Cf. Bucaramanga, págs. 260-262. Ver además I-1083.
11. La aclaratoria interesa porque los apologistas de las autocracias presentan esta parte del pensamiento bolivariano, como antecedente del depotismo y como implicando una consideración peyorativa para los integrantes de cuerpos parlamentarios. Cuando Bolívar habla de leguleyos y de intrigantes se remite directamente a la conocida especie de hábiles politiqueros, semi-oradores y analfabetos morales.

sábado, 9 de agosto de 2008

I.- Desorientación y Anarquía

I.- DESORIENTACIÓN Y ANARQUIA

"ESTE INMENSO desorden de América justifica mi conducta política y los principios que la guían. Espero que mis amigos se acordarán de mí en esta época de turbulencias para oponerme en contraste con los efectos de la anarquía y hacerme la justicia que yo he deseado", II-644. Así expreso Bolívar, una vez -entre muchas- el signo de la hora histórica, su anhelo de justicia y su confianza en el juicio de la posteridad.

A menudo se olvida que para comprender la obra de cualquier realizador ha de ubicársela dentro de su circunstancia. La tarea previa del estudioso tiene que ser reconstructiva, esto es, de apreciación objetiva de todos los hechos, hasta detalles olvidados, a veces secundarios a la luz de los tiempos, que en su día tuvieron señalada trascedencia. Bolívar llama a su momento: época de turbulencias. El continente vive entonces su máxima crisis; y forzosamente debe comenzar el estudio por este hecho, pues se investigara quien era Bolívar, y cual era su esfera de acción histórica, antes de explorar su pensamiento.

El Libertador situa en 1810 el comienzo de su carrera (1). Su ciclo se cierra en 1830. En los anales de América hay pocos lustros de más anarquía, de más enconada división, de superior confusión espiritual, de mayor desorientación moral e histórica, de tanta efervecencia política. Casi no hay en este período una hora de estabilidad; la obra entonces cumplida refleja las notas de su circuntancia.

La anarquía surge en América en forma paulatina a medida que se va completando la victoria sobre las fuerzas colonialistas; comienza durante la propia guerra, y será siempre señal inequívoca de que la revolucion está lejos de concretarse. Limitando la observación a los últimos cuatro años de acción bolivariana, y a la información que se halla en la vasta documentación del Libertador, se ve cómo para 1826 tiene sentido su compararción de que el desorden flota en el continente como las olas en el océano. Este año, simultaneamente con los sucesos de Páez en Valencia se produce en Lima la conspiración de argentinos y riva-agúeristas. En 1828 ocurre el atentado del 25 de septiembre; cada día se avanza por la pendiente desintegradora, en 1830 "la situación de América es tan singular y tan horrible, que no es posible que ningún hombre se lisonjee conservar el orden largo tiempo ni siquiera en una ciudad", II-933.

Pero la crisis agudizóse en 1829; un recuento sintético de lo que entonces había ocurrido y estaba ocurriendo en los diversos países americanos revela que: en México, después de los sucesos de Hidalgo y Morelos, la Independencia es declarada por Iturbe a quien posteriormente, después de hacerse emperador, derrocan y fusilan. López de Santa Ana proclama la república; luego es fundada y destruida la Federación. En Guatemala, una guerra civil suscitad por los federales, recuerda a Bolívar los feroces combates entre los caribes; la situación es parecida en toda la América Central, II-694, II-1301. También Colombia es azotada por la misma onda crítica; en Cartagena y Bogota se descubren compiraciones, en Cumaná actúan los Castillos; la anarquía llega a Margarita, y brota en Magdalena, el Socorro, Guayaquil. Los pastusos merecen por entonces un capítulo exclusivo y extenso. Una conflictiva y gravísima situación protagoniza en Perú el cuarteto castrense: Riva-Agüero, Torre Tagle, Santa Cruz y La Mar. La inestabilidad culmina en Bolivia; se suceden en menos de dos semanas "cuatro Jefes distintos", II-302.

Más al Sur, el fenómeno es el mismo; en Chile los Carrerras, Freire y Urriola, entre otros, comandan golpes y asonadas. Paraguay languidece víctima de la tiranía del doctor Francia. Argentina ve como Dorrego, el presidente que había combatido contra Brasil, es despuesto y perseguido, y por Lavalle fusilado sin fórmula de juicio; "los Magistrados suelen no durar tres días", II-1302.

Bolívar resume la situación diciendo: "La América entera es un tumulto, más o menos extenso", II-694; ese tumulto que desde México a la Argentina sacude al continente, se nutre visiblemente de la pasión de mando manifestadad de modo simultáneo en la mayoría de los líderes forjadores de la liberación, a quienes acompañan masas insatisfechas y desesperadas que sueñan todavía con la cancelación de sus miserias, fermento social tremendo dispuesto sin temor al sacrificio y a todas las "locuras". Concluida la guerrapropiamente dicha, la fiebre bélica de los caudillos encuentra una válvula de escape en la pugna anarquizante. La guerra ha modelado para esa época una nueva mentalidad; y se presenta a los pueblos de América una distinta ecala axiológica. La anarquía es la consecuencia de una revolución incompleta o fallida; de haberse logrado la integridad revolucionaria que concibió Bolívar, el fenómeno anarquico jamás habría podido surtir tan duraderos y perniciosos efectos por impedírselo la ausencia de concretas motivaciones económicas, sociales y morales. En el caudillo se resumen la nueva situación anímica del americano asociada con la vieja organización económica y social que sobrevive, sin transformación evidente, dentro de un orden político relativamente diferente.

En los años de actividad bolivariana se libran en gran escala dos guerras sucesivas; primero contra el Imperio español: América contra las fuerzas dominadoras de ultramar; después una múltiple guerra civil, con las características que Bolívar asignaba a estas guerras: ser más desvastadoras y sangrientas que las internacionales, y concluir siempre con el triunfo del más feróz o del más enérgico. I-73, II-933.

Junto con la anarquía, los crímenes definen la época de la liberación. No es preciso apelar a la fantasía; en la propia obra escrita del Libertador se palpan los reflejos de la tragedia. Durante la lucha estuvieron prácticamente suspendidos los principios de humanidad y moral, pero la ferocidad en el continente tiene más lejanos antecedentes; Bolívar denuncia la aniquilación de veinte millones de indios durante la Conquista, I-153(2). Una vez rotas las hostilidades el crimen contra América va in crescendo. Se dice que era frecuente el caso de que a los patriotas, sin respetar sexo ni edad, atacando aun al feto en el vientre de las madres, se les mutilara y asesinara con refinada lentitud y crueldad, I-65. Se motivaba así el espíritu de retaliación y de venganza que reciprocamente se iba estimulando para llegar aexcesos increíbles. El mismo Libertador se hace eco del clamor de estas acciones de lesa humanidad -típico genocidio- y las describe para dejar constancia (3). Para 1815, prólogo de la verdadera contienda, Bolívar considera que ha perecido en la guerra "un octavo de la población", I-164. Los monarquistas hispanos -como lo observó el Libertador- habián venido combatiendo en posición ventajosa, realizando una guerra de exterminio sin haberla declarado, quizá basados juridicamente en las Leyes de Indias que castigaban con la pena capital la rebeldía contra el poder del rey. Por eso el Decreto de Guerra a Muerte firmado en Trujillo, si no resulta justificable, problema moral tangencial a la incumbencia positiva de nuestro análisis, resulta explicable, determinando rigurosamente por sus imperativos históricos. De este modo los americanos eran equiparados a sus adversarios, y estos recibían un trato igual al que ellos daban. "La nación que quebranta primero la ley, es la única que puede llamarse infractora: y es la sola responsable de este atentado. El enemigo que se sirve de las mismas armas con que se le ofende no hace sino defenderse. Esta es la ley más antigua y la más universalmente conocida y practicada", I-346 (4). "El fuego ha reducido a cenizas las ciudades y las campiñas: el hierro ha demolido los edificios, que no devoraron las llamas: el hacha del verdugo ha inmolado al niño, al anciano, a la virgen, al invalido, sin perdonar la inocencia, ni la debilidad; sin perdonar, en fin, ni a los irracionales; pues los brutos que ayudaban al hombre a la cultura de los campos, y le aliviaban sus fatigas, han sido exterminados por sus compañeros", II-1064.

Cualquier observador tiene, con éstos, los primeros elementos para un juicio como el que Bolívar espera de la historia (5).

Además tiene el estudioso, la base inicial para no sorprenderse ante el posterior desenvolvimiento americano. Nuestro continente aún tiene frescas sus heridas; hay una tendencia a considerar los hechos de la lucha militar por la autonomía política como pertenecientes a un pasado muy remoto; y en consecuencia brota fácilmente cierta irresponsable ad advertir las semejanzas y coincidencias de la actualidad con ese ayer tan lejano, que no es lejano ni es ayer sino prefacio del mismo hoy. Este error, proveniente del pésimo estudio y del negligente desconocimiento de nuestra esencia histórica, debe ser corregido a cada paso. Apenas un siglo largo nos separa del nacimiento de la anarquía que no ha muerto. La anarquía subsiste en nuestros días con ropajes de la hora actual, no es otra cosa es el despilfarro de tiempo que debiera ser de positiva creación, así como el suicida derroche de energías en luchas de baja política interna y en plantar suspicacias y librar escaramuzas de desconfianza entre los miembros de la totalidad latinoamericana. No otra cosa sino anarquía es cuanto no nos acerque a los objetivos fundamentales del futuro continental. Desde Ayacucho hasta el presente, siglo y medio transcurridos, es uno el proceso. Todavía en términos conceptuales falta como pedía Bolívar, el unánime esfuerzo, el supremo sacrificio capaz de abrir las puertas a nuevo ciclo histórico.

A la anarquía se suma, como causa coadyuvadora de la contemporánea situación americana, el desconcierto y el desaliento producidos por la ausencia de un programa de acción colectiva que de sentido entusiasta a la actividad integral de nuestro continente.

America Latina continúa hoy viviendo dentro del ciclo que, bajo el signo de la anarquía y de la confusión, se inagura al lograrse la primera etapa de la Revolución latinoamericana, etapa que fue la autonomía política. No hay azar en la producción de los acontecimientos; los períodos y los sucesos históricos se explican los unos a los otros, cobran sentido en la intermitente serie de la vida humana. Para comprender a esta América hay que desempolvar su pasado, o para ser más exactos, hurgar en la maraña de su hoy. Ya en frase perenne ha escrito un notable interprete de la historia: "el pasado es el espejo del presente, y el presente es el montón de fracasos del pasado" (6).
De su hora de desorientación y anarquía queda como una advertencia, todavía con el calor humano del Libertador, su palabra que impone meditación: "La América entera es un cuadro espantoso de desorden sanguinario. Vivimos sobre un volcán y nos desmoralizamos hasta el punto de desconocer todo principio de derecho y de deber, no quedándonos otro resorte capaz de producir efecto, sino el de la fuerza efectiva empleada con inteligencia y oportunidad", II-684.
Los perfiles de su momento interesan profundamente a Bolívar quien se asoma al futuro y vislumbra que la anarquía y los desórdenes contemplados por él, harán frustar buena parte de la obra revolucionaria que entonces se cumple, I-1407. Una vez más se repetirá el fenómeno del tercero que lucra de la discordia ajena. Duele a Bolívar que aun cuando llegue a la Independencia política, quedará en pie el colonialismo cultural, social, económico, e histórico. "Si la América no vuelve sobre sus pasos, si no se convence de su nulidad e impotencia, si no se llama al orden y a la razón, bien poco hay que esperar respecto de la consolidacon de sus gobiernos; y un nuevo coloniaje será el patrimonio que leguemos a la posteridad", II-733.

La Revolución latinoamericana se retarda y estanca por la poca colaboración de quienes, en acción unitaria, pudiera haberla hecho posible. La anarquía era consecuencia de la revolución incompleta, esto es, de la revolución política sin revolución social, económica, jurídica e histórica; y el carácter parcial de la revolución incompleta era consecuencia de la anarquía. Para salir de ese círculo vicioso no existían y no existen sino dos elementos: un plan de acción y una voluntad de acción. El plan ha sido hecho por Bolívar; la acción incumbe a nuestra América.

NOTAS:

1.- CF. I-852 y II-959. Ese es el año de la Revolución Americana. Juntas nacionales asumen el poder en Caracas, Buenos Aires, Bogota y Santiago.
2.- Cálculo, sin duda, exagerado.
3.- Cf: las descripciones minuciosas en: I-153, I-154, II-1056, II-1058, II-1064.
4.- Pregunta Bolívar: "Sería justo sufrir la guerra a muerte y no hacerla?" I-105. Sobre los resultados escribió: "Las consecuencias han acreditado y mostrado la justicia y necesidad de esta conducta, pues destituidos los españoles y canarios de la ventaja con que lidiaban, y asegurados de que su suerte era igual entre nosotros, a la nuestra entre ellos: dejaron de considerarse amos y comenzaron a temernos como hombres", II-1035. Cf. II-1055.
5.- La confianza en el fallo de la historia es nota constante en el Libertador. "La posteridad será bastante recta, para hacerme justicia" I-147. "La posteridad me hará justicia y esta esperanza es cuanto poseo para mi felicidad" II-985. "Soy inocente porque mi conciencia no ha participado nunca del error voluntario o de la malicia, aunque por otra parte haya obrado mal y sin acierto. La convicción de mi inocenciame la persuade mi corazón, y este testimionio es para mí el más auténtico, bien que parezca un orgulloso delirio", II-1070.
6.- Weber Alfred:
Historia de la Cultura, Fondo de la Cultura Económica. México, Pánuco 63, 1943, pág 8.