domingo, 28 de junio de 2009

III.- Libertad e Igualdad

La libertad es el principio rector por autonomasia de la concepción y de la vida política de Bolívar. El adapta a su circunstancia americana los principios elaborados por los máximos doctrinarios revolucionarios de todas las épocas. En no pocas ocasiones Bolívar se adelanta a su tiempo, en otras responde a éste con sinceridad; presisamente aquí hay una señal de importancia poco apreciada hasta ahora. Hay mérito en anticiparse, pero también lo hay en comprender a cabalidad su hora. Subrayando inténsamente su nota regional muchos espíritus selectos conquistaron la universalidad; siendo fiel a la historia que se vive iníciase el tránsito a la intemporalidad.

Para Bolívar la acción individual no puede tener otra barrera que la voluntad social cristalizada en el Derecho; esta es la esencia de la libertad, así se lo enseñaron los Enciclopedistas, los mayores exégetas de este bien (1). Así consta en la Declaración de los Derechos del Hombre, cuya redacción sigue él de cerca en un empeño de lealtad al espíritu insurgente de entonces, pero a la cual introduce significativas variantes para ratificar su carácter revolucionario, más avanzado que el de los líderes franceses. La libertad se traduce en autonomía, significa la ruptura de la servidumbre, y sobre todo, la irrestricta expresión del pensamiento, que viene a ser dentro de la ortodoncia bolivariana "el primero y más inestimable don de la naturaleza. Ni aun la ley misma podrá jamás prohibirlo" (2). Más Bolívar expresa una distinción que estaba implícita en los Maestros, y se comprende que lo haga porque los escritos de él se dirigen a una sociedad de bajo nivel intelectual, y donde ha habido desde entonces interesados en desprestigiar los principios. La libertad teórica, institución perfecta y absoluta, no debe ser confundida con la libertad práctica. La libertad desorganizada, sin cauces, sin forma, ni sistemas ni medios, "la libertad indefinida, la Democracia absoluta, son los escollos a donde han ido a estrellarse todas las esperanzas republicanas", II-1148. El político militante inspirándose en los valores integrales puros, debe cifrar su esfuerzo en la más correcta y factible concreción de éstos. Apuntará muy alto, al blanco dibujado por la teoría, para alcanzar -unos grados más abajo- el desiderátum de la vida común. "La libertad práctica no consiste en otra cosa que en la administración de la justicia y en el cumplimiento de las leyes, para que el justo y el débil no teman, y el mérito y la virtud sean recompensados", II-1261. Bolívar acuña esta frase: "suprema libertad social" que sintetiza un sistema estable de felicidad colectiva. "No aspiremos a lo imposible -dice-, no sea que por elevarnos sobre la región de la Libertad, descendamos a la región de la Tiranía. De la libertad absoluta se desciende siempre al Poder absoluto, y el medio entre estos dos términos es la Suprema Libertad social. Teorías abstractas son las que producen la perniciosa idea de una libertad ilimitada. Hagamos que la fuerza pública se contenga en los límites que la razón y el interés prescriben: que la voluntad nacional se contenga en los límites que un justo poder le señala: que una Legislación civil y criminal, análoga a nuestra Constitución domine imperiosamente sobre el Poder Judiciario, y entonces habrá un equilibrio, y no habrá el choque que embaraza la marcha del Estado, y no habrá esa complicación que traba, en vez de logar la sociedad", II-1149.

El pueblo del Nuevo Mundo, irreductible, combatiente por la libertad, ha defendido la igualdad con similar constancia; particularmente en Venezuela, ella es "la base fundamental desde el día glorioso de nuestra insurrección", II-1105; y en el credo del Libertador, como en la conciencia popular ocupa el mismo puesto de privilegio (3). La igualdad llega a iluminar otras esferas de su ideología, y por sí sola explica -por ejemplo- su tenaz vocación democrática y la intolerante repulsión que le merece la monarquía. No cesa de proclamar enfático que su sitema "tiene por bases constitutivas una absoluta igualdad de derechos, y una regla de justicia, que no se inclina jamás hacia el nacimiento o fortuna, sino siempre en favor de la virtud y el mérito", II-1007.

En Hispanoamérica la existencia republicana es inconcebible sin la igualdad. La guerra ha tenido entre sus móviles anular las diferencias. En este campo estima Bolívar que la ley debe ser categórica: consagrar la igualdad total como norma suprema que inspira la universalidad del orden jurídico: ella "es la le de las leyes", II-1226, sin ella perecen todas las garantías y son ilusorios todos los derechos.

Bolívar se adelanta a su época cuando afirma que "la igualdad legal es indispensable donde hay desigualdad física", II-773. Por igualdad legal se entiende, dentro de su teoría, la igualdad efectiva, producida por la ley bajo cualquiera formulación; confróntese esta idea con el contexto de toda su obra escrita y de su vida. El Libertador aprende en los hechos que la igualdad en la sola frase del Derecho, estimula la desigualdad física o social, lejos de hacerla desaparecer; por eso quiere que la ley mediante un adecuado sistema compensatorio de fuerzas corrija la desigualdad social. El vislumbra el desenlace de la Cuestión Social que en esos momentos ya agita a Europa, y aunque no consigue una expresión feliz dentro de la técnica jurídica, parece instuir la respuesta de nuestro tiempo: el Derecho Social. Se piensa hoy que donde existen energías o posibilidades desiguales, debe haber una fórmula de desigualdad legal que las equilibre. En cierto modo se retorna a la justicia distributiva que no recomienda un mismo trato para todos sino trato igual a los iguales y desigual a los desiguales. La igualdad preconizada por el Libertador, así entendida, es la única que encaja en su plan de justicia revelado en la unidad de su obra, y también la única que armoniza con su preferencia por lo concreto antes que por las aberraciones así sean bellas y nobles (4).

La seguridad es otra de sus columnas angulares, "consiste en la garantía y protección que la sociedad concede a cada uno de sus miembros para la conservación de su persona, derechos y propiedades. "La libertad pública individual que nace de este principio está protegida por la ley", O'Leary, XVI-139. Adviertase que en la Declaración de los Derechos del Hombre no se define la Seguridad; Bolívar sigue aquí el texto de la Constitución de 1811 (5), pero al respecto va más lejos cuando inventa una expresión feliz que corresponde a una realidad sustancial de años posteriores a los suyos: "Seguridad social", II-1141. Con ésta, unida a la estabilidad política y a la mayor suma de felicidad posible, construyó en Angostura el tríptico funcional del gobierno óptimo. En los días que corren, la seguridad social es exponente fiel de una etapa histórica que cual ninguna otra ha estado bajo el patrocinio de la sociedad; en lo político, económico, jurídico, y en una infinidad de esferas de la aciión contemporánea se afirma ese común signo colectivo de la nueva hora, signo que cristaliza de modo insuperable en la Seguridad Social: una de las máximas empresas para lograr en la tierra la dicha del hombre y el triunfo cabal de sus anhelos de bienestar y paz.

Frente a la propiedad, "derecho de gozar y disponer libremente de sus bienes y del fruto de sus talentos, industria o trabajo" (6), la actitud de Bolívar presenta interesantes rasgos. También para él, garantizar y proteger la propiedad es tarea obligatoria del Estado. Inclusive la coloca ,al lado de la igualdad, la libertad, la seguridad, entre los cuatro derechos que expresamente consagra influido por Locke y Hume -inpiradores de los Enciclopedistas- y por la Declaración de los Derechos del Hombre y del Ciudadano (1789) (7). Pero, por lógica del movimiento revolucionario hispanoamericano, Bolívar hace esclarecedoras correciones del texto promulgado por la Revolución Francesa, y dicta medidas audaces respecto a determinadas manifestaciones de la propiedad. Ya se verán, en relación con su Reforma Agraria, las características de tales medidas. El fundamento de la propiedad es la justicia; cuando éstas faltan, la propiedad es usurpación y violencia. La propiedad que al estado surgido de un movimiento popular incumbe proteger, es la propiedad legítima conforme a la ética y la ley del nuevo orden. Contradictorio y absurdo sería, que un régimen de prestigio democrático cierto, prestara su fuerza a la propiedad que vulnera la igualdad, y que frusta parcialmente la Revolución al escamotear la justicia e impedir la superación de las masas que por ella se han sacrificado. Mientras estas necesidades no sean satisfechas, el ideal bolivariano milita contra la propiedad inmoral, injusta e ilegítima, como milita contra los factores opuestos a los fines supremos de la acción libertadora. Otra interpretación es insostenible por cuanto es respaldo a la propiedad tradicional entrañaría la consolidadción económica del sistema colonial contra el cual Bolívar dirige sincronizadamente todas las baterías de la rebelión democrática. Todavía más, el avanzado revolucionarismo del Libertador se hace evidente cuando, refiriéndose a la normal propiedad privada, reconoce los derechos más altos de la sociedad. De esta manera admite sin vacilar la expropiación cuando "la necesidad pública o de utilidad general, probada legalmente, lo exijan; en estos casos la condición de una justa indemnización, cuando las circuntancias lo permitan, debe presuponerse". Obsérvese que la Declaración de los Derechos del Hombre y del Ciudadano, síntesis del pensamiento revolucionario de los Enciclopedistas y de sus predecesores ingleses, redacción del Abate Sièyes establece: "Siendo la prpiedades un derecho inviolable y sagrado, nadie puede ser privado de ellas, sino cuando una necesidad pública, legalmente comprobada, lo exija evidentemente y bajo la condición de una justa y previa indemnización" (8). Bolívar eliminó lo de "derecho inviolable y sagrado", amplió la causal de expropiación añadiendo, a la necesidad pública el concepto más extenso de "utilidad pública"; o sea que a su juicio procedía la expropiación cuando la requiera la salud pública (necesidad), imperativo ineludible, y también cuando la pidiera el bien público (utilidad general), imperativo no forzoso pero conveniente para el progreso social. Además descarga al Estado del compromiso obligatorio de la indemnización estableciéndola para "cuando las circunstancias lo permitan"; igualmente le suprime el carácter de "previa". Así propuso: "Nadie puede ser privado de su propiedad, cualquiera que sea, sino con su consentimiento, a menos que la necesidad pública o la utilidad general, probada legalmente, lo exijan. En estos casos la coindición de una justa indemnización, cuando las circunstancias lo permitan, debe presuponerse", O'Leary, XVI-140. Los congresitas aprobaron esta versión podándole las significativas palabras: "cuando las circunstancias lo permitan" (9); más audaz resulta así el pensamiento de Bolívar que el de los legisladores de Angostura, y de ese modo ratifica una vez más, y en forma que no deja lugar a dudas, su carácter esencialmente revolucionario.


NOTAS:
1. "La libertad es el poder que tiene cada hombre de hacer cuanto no esté prohibido por la ley. La ley es la única regla a que debe arreglar su conducta"., Art. 2°, Título I, Sección 1° del Proyecto de Constitución de Angostura, O'Leary, XVI-138. El Congreso pulió la redacción: "La libertad es la facultad que tiene cada hombre de hacer cuanto no esté prohibido por la ley. La ley es la única regla a que debe conformar su conducta", Art. 2. Tít I, Secc. 1ª, Constitución de 1819. En la Declaración de los Derechos del Hombre y del Ciudadano, se lee: La libertad consiste en poder hacer todo lo que no dañe a otro; por lo tanto, el ejercicio de los derechos naturales del hombre no tiene otros límites que aquellos que aseguran a los demás miembros de la sociedad el goce de los mismos derechos. Estos límites no pueden ser determinados más que por la ley". Paine, Thomas: "Los derechos del hombre". Fondo de Cultura Económica, México, pág. 102.
2. O'Leary: XVI-138. El Congreso aprobó: "es el primero y más inestimable bien del hombre en sociedad". Art. 4, Tít I., Secc. 1ª, Constitución de 1819. En la Declaración de los Derechos del Hombre, se dice: "es uno de los derechos más preciosos del hombre". Paine: Ob. cit., pág. 103.
3. En la citada Declaración de Derechos del Hombre se expresa que los derechos naturales e imprescindibles del hombre, son: "La Libertad, La Propiedad, La Seguridad y la Resistencia a la Opresión". Pine: Ob. cit., pág 102. en su proyecto constitucional de Angostura modifica Bolívar el orden colocando la Seguridad antes de la Propiedad, y reemplaza la Resistencia a la Opresión por la Igualdad. 2son derechos del hombre, la libertad, la seguridad, la propiedad y la igualdad", Art. 1º, Tít. I, Sec. 1ª. O'Leary: XVI-138.
4. En el Discurso de Angostura dice: "Mi opinión es, Legisladores, que el principio fundamental de nuestro sistema, depende inmediata y exclusivamente de la igualdad establecida y practicada en Venezuela. Que los hombres nacen todos con derechos iguales a los bienes de la sociedad, está sancionado por la pluralidad de los sabios; como también lo está, que no todos los hombres nacen igualmente aptosa la obtención de todos los rangos; pues todos deben practicar la virtud y no todos la practican; todos deben ser valerosos, y todos no lo son; todos deben poseer talentos, y todos no los poseen. De aquí viene la distinción efectiva que se observa entre los individuos de la sociedad liberalmente establecida. Si el principio de la igualdad política es generalmente reconocido, no lo es menos el de la desigualdad física y moral. La naturaleza hace a los hombres desiguales, en genio, temperamento, fuerzas y caracteres. Las leyes corrigen esta diferencia porque colocan al individuo en la sociedad para que la educación, la industria, las artes, los servicios, las virtudes, le den una igualdad ficticia, propiamente llamada política y social". II-1140.
5. Cf. Artículo 2º del Capítulo 8º de la Constitución Federal Venezolana de 1811.
6. O'Leary: XVI-139. Tampoco se define la Propiedad en la Declaración de los Derechos del Hombre y del Ciudadano.
7. En el Proyectode Constitución de Bolivia estos cuatro principios fueron sintetizados y englobados en un solo artículo: "La libertad civil, la seguridad individual, la propiedad y la igualdad ante la ley se garantizan a los ciudadanos por la constitución". Bolivia, II-135. Las ciatdas definiciones de la Seguridad y la Propiedad corresponden al Proyecto de Constitución de Angostura.
8. Paine, Thomas: Ob. cit., pág.103.
9.Véase esta Constitución en el Indice Constitucional de Venezuela, por el Dr. Ulises Picón Rivas. Editorial Elite. Caracas, 1944.

lunes, 15 de junio de 2009

II.- Revolución política: Emancipación y Equilibrio

La acción política del Libertador se encamina en su momento inagural hacia dos labores previas. Si fuera necesario distinguirlas con sendas palabras serían ellas, para la primera: emancipación; para la segunda: equilibrio.

Estos dos objetivos que integran la primera fase del esfuerzo bolivariano se conjugan con otras aspiraciones revolucionarias paralelas y complementarias, en el ín supremo de la Independencia.
El propósito político del comienzo, la emancipación, es parte esencial del ideal revolucionario que a largo plazo busca la redención creativa de la nacionalidad hispanoamericana; en ese momento el asunto es la obtención de la autonomía; conseguir que nuestro mundo neo-hispano ya bastante definido aunque menor de edad a pesar de sus tres siglos, lograra el derecho de regirse y de hacerse, de disponer de su suertte y elegir su vía. La hora no podía ser de vacilación. A los escépticos Bolívar les diagnostica: "esas dudas son tristes efectos de antiguas cadenas", II-993. Con firmeza convoca a la obra grande que supere los límites de la parroquia nacional: "Pongamos sin temor la piedra fundamental de la libertad suramericana", II-993. Bolívar se afana en su inicial instante por fundar y construir materialmente, para luego, en la hora segunda, hacerlo espiritualmente. La cuestión de la forma nunca logra pasar a un discreto plano secundario. Al aspecto material de la emancipación consagra las tres cuartas partes de su ciclo heroico. (1)
La suerte estaba echada desde el juramento ante el maestro Rodríguez en Roma. La Sociedad Patriótica en 1811 servirá de tribuna para su evangelio autonomista: contra la subordinación a la corona española, contra la opresión y el despotismo. Nada le detiene en su anhelo de acercarse a la más sublime esencia de la perfección política. La libertad -estima- es el "único objeto digno del sacrificio de la vida de los hombres", II-1078. Consciente del mérito de su decisión dirá: "siempre es grande, siempre es noble, siempre es justo conspirar contra la tiranía, contra la usurpación y contra una guerra desoladora e inicua", I-492. Y repetirá más adelante ç, con claro conocimientos de los riesgos y estimulando a los seguidores de su causa: "Es laudable, es noble y sublime, vindicar la naturaleza ultrajada por la tiranía: nada es comparable a la grandeza de este acto y aun cuando la desolación y la muerte sean el precio de tan glorioso intento, no hay razón para condenarlo, porque no es lo asequible lo que se debe hacer, sino aquello a que el derecho nos autoriza", II-1069.
A la agonizante estructura del colonialismo despótico opone Bolívar la estructura de la Independencia, y su presupuesto básico: la emancipación. La Escuela Tradicional en su empecinamiento de no ver sino al Bolívar guerrero y político, ha venido confundiendo Emancipación e Independencia. Emancipación alude exclusivamente a lo político inmediato, como ya se ha indicado. La Independencia en Bolívar tiene un alcance mayor del que ordinariamente se le ha reconocido. Insistimos en que para Bolívar, independencia es un vocablo socio-histórico que resume toda la tarea de creación y libertad de América. Independencia para él es: separación del imperio español, edificación jurídica de un continente libre, absoluta soberanía económica, realización integral de la justicia, inspiración constante en la moral. "No basta que nuestros ejércitos sean victoriosos: no basta que los enemigos desaparezcan de nuestro territorio, ni que el mundo entero reconozca nuestra Independencia; necesitamos aún más, ser libres bajo los auspicios de leyes liberales, emanadas de la fuente más sagrada, que es, la voluntad del pueblo", II-1126. En realidad concibió la independencia como una empresa tan dilatada que no podía ser obra de una sola generación. La lucha por la independencia así entendida -"sustituida a cuantas dependencias antes nos encadenaban", II-1106- no ha acabado ni da muestras de ser concluida a breve plazo, Bolívar hizo el plan y empezó a realizarlo. Su mérito está en la concepción orgánica y en la culminación de la primera etapa; nadie ha visto a nuestra América con la mirada de síntesis suya. Nadie dirigió y consiguió mayor avance en la obra común. (2)
Una sinopsis del extenso programa unitario, implícito en su acción global ya la hemos formulado así:
Revolución política: por la emancipación frente a la metrópoli hispana.
Revolución económica: por la aproximación a la estructura del salariado; por la justicia económica y el disfrute de los americanos de los bienes propios del suelo que les pertenece.
Revolución social: por la abolición de la esclavitud, de los privilegios y de las barreras estamentistas; por el afianzamiento de la igualdad.
Revolución jurídica: por la Creación del Derecho Americano.
Revolución histórica: por la mística de acción y la existencia de un programa de paz y armonía universal en una sociedad segura de su destino.
Revolución espiritual: por el triunfo de la moral.

Jamás se diseño una obra de mayor pureza y coherencia revolucionarias.
También es revolucionario, pero en la medida que impone la lógica histórica, el propósito bolivariano del equilibrio. Rotos los lazos de la dependencia política, hay necesidad de estabilizar la obra, es preciso entonces echarle a andar por las rutas del tiempo para ir conquistando sucesivamente las otras cumbres, sobre cada una de las cuales será sembrado un cimiento de la inmensa arquitecura. Es el momento de defender lo que se consiguió a tan alto precio, y sin pausas continuar hasta el fin. La autonomía fue el único bien que se adquirió a costa de todos los demás, por eso se comprende que la estrategia sea establecer sólidamente los jóvenes estados y enderezarlos hacia los otros objetivos complementarios.

Es de equilibrio este paso segundo del trabajo bolivariano, porque en muchos aspectos de estabilidad y la creación de permanencia que a él preocupan, se expresan en una situación de balance u oscilación entre dos tendencias; juego de dos elementos, con la mira en un sitio equidistante de los extremos. Tal es la intención de encontrar el justo punto medio entre la ley y ya realidad social; entre el gobierno y el pueblo; entre los cambios y la estabilidad.

Bolívar tiende a una situación de equilibrio entre la ley y la realidad colectiva; equilibrio que se traduce en aproximada ecuación. Todas las circuntancias deben estar reflejadas en la norma jurídica que, al mismo tiempo, debe contener la pauta de adelanto; nunca debe divorciarse el Derecho de su soporte social e histórico. La ley es instrumentode progresosobre la tímida y conservadora fijeza de la costumbre, pero la ley no ha de remontarse a esferas utópicas desvinculadas de su realidad; entre el Derecho -regla de avance- y la realidad que va a ser regida, el ideal es el equilibrio.

Los términos actuantes de la relación política son la sociedad y su órgano conductor: pueblo y gobierno. También entre esos elementos busca Bolívar el equilibrio: los ciudadanos deben gozar de todas las garantías, de toda la libertad e igualdad legales que son posibles, y el gobierno debe ser respetado, y estar afianzado en situación que a su vez le permita hacer respetar la voluntad colectiva. Son dos entes en plano de equiparación;y esa equiparación es factible por la norma jurídica que dibuja dos círculos secantes: el de los deberes y derechos de los ciudadanos y el de las facultades del gobierno.

El Derecho es el instrumento realizador del equilibrio bolivariano; como regla objetiva puede ser concebida y expresada con indesviable preocupación de imparcialidad. A los representantes populares toca hallar la fórmula; como legislador él se atreve a insinuar soluciones.

Igualmente aspira al equilibrio entre la anarquía y la tiranía, grave problema; opresión o desorden es el dilema y Bolívar dice: ni opresión ni desorden. Ni anarquias ni tiranías monócratas, I-170. Entre ambos términos como posibilidad de compensación, está el gobierno popular, republicano, centralista. Para salvar ambos escollos está la Constitución que detiene a la colectividad en sus excesos, y frena a la autoridad en sus desmanes, a la vez que es vehículo de educación y crisol de disciplina cívica. (3)
Entre los cambios y la estabilidad también quiere el Libertador encontrar el equilibrio creador, es decir, la supervivencia de la autonomía y la paulatina y segura cristalización de su obra. No permitir retrocesos históricos ni que la obra revolucionaria se niege a si misma, no caer muy abajo por aspirar demasiado alto; seguridad; limar; podar, corregir lo viejo, extirpar lo dañoso. Salvar lo que se puede del naufragio y abrir cuenta nueva hacia el porvenir. Equilibrio creador, es la consigna. "Conciliar la existencia de la república, los derechos de los ciudadanos, la firmeza del poder, la estabilidad de las instituciones, dar al pueblo toda la suma de dicha y de libertad, y al gobierno toda la energía y fuerza posibles, sin conmociones escandalosas que nos hagan débiles en lo interior y censurables en lo exterior" I-1404, I-1413. Su camino es el de los genuinos revolucionarios: destruir un sistema nocivo, sustituirlo por el que el pueblo anhela y defenderlo de todas las acechanzas.
1.- Al equilibrio, es decir, a la construcción formal, dedica Bolívar el último cuarto de su ciclo. Del año 1810 al 25 va a la primera etapa que se inicia en Caracas el 19 de abril y concluye en el Callao con la rendición de Rodill (enero, 1826).
2.- Sobre las características del sistema colonial en todos sus aspectos, ver Memorias del General Daniel Florencio O'Leary: Narración. Imprenta Nacional. Caracas, 1952. Tomo I, págs. 26 y siguientes.
3.-"Para formar un Gobierno estable se requiere la base de un espíritu nacional, que tenga por objeto una inclinación uniforme hacia dos puntos capitales, moderar la voluntad general y limitar la autoridad pública; los términos que fijan teóricamente estos dos puntos, son de difícil asignación; pero se puede concebir que la regla que debe dirigirlos, es la restricción, y la concentración recíproca a fín de que haya la menos frotación posible entre la voluntad y el Poder legítimo. Esta ciencia se adquiere insensiblemente por la práctica y por el estudio. El progeso de las luces es el que ensancha el progreso de la práctica, y la rectitud del espíritu es la que ensancha el progreso de las luces", II-1149. Véase también II-1253.

viernes, 12 de junio de 2009

I.- La Patria, concepto central

Clasificado en cuanto a su acción y su obra intelectual, Bolívar es un político. La nota política, por y para razón de su trabajo, predomina en todo instante en su personalidad.
Bolívar es un "político" en la acepción amplia que hace al término aludir a una vasta disciplina de lo público. Tal es el sentido original; el vocablo, que fue invención helénica, es un derivado de sociedad a través de Ciudad-Estado (polis), que era la forma social suprema y tangible.
La Ciencia Política de nuestros días se ha erigido sobre el exclusivo tríptico temático de los asuntos relativos a la génesis, ontología y morfología del Estado. Bolívar no fue un pensador abstracto limitado a tres cuestiones precisas, ni tampoco un teórico aunque en el enfoque de los probllemas revelara una personalidad levantada sobre una estructura mental básica, y aunque sus opiniones y sus soluciones fueron brotes legítimosde esa peculiar formación intelectual. No llegó él a conocer los afanes recientes por dar al concepto la mayor nitidez posible, por otra parte, Bolívar desborda la aceptación actual de la Política con dos elementos, uno de naturaleza filosófica, así subjetiviza en muchas ocasiones la realidad, y por ello más que un político científico resulta un filósofo político; y el segundo se refiere a su comportamiento: la Política para el Libertador es en gran parte cuestión normativa, esto es, de conductra, de arte. Hay un arte de acercarse a los problemas del Estado, de tratar y conocer a los hombres, de encauzar la acción de los gobernantes.
Tres son las facetas: ciencia, filosofía y arte. Pero la realidad es una sola. El motivo capital es uno: el Estado, la nacionalidad, la patria. Se trata de un mismo fenómeno visible en tres niveles: en el jurídico, en el social, en el espiritual.
Siguiendo un rígido criterio bolivariano de importancia, debemos citarlos en orden inverso: Patria, nacionalidad, Estado. Esta última forma interesa en tanto es la concreción positiva y jurídica de la realidad espiritual que es la patria. La preocupación central y fundamental del pensamiento de Bolívar es la patria. No se trata simplemente del suelo natal, territorio americano conquistado por la corona española y redimido ulteriormente por los libertadores. Tampoco se trata, en términos abstractos de sus hombres. En la noción de Patria se integra la realidad geográfica con la humana, y con la circunstancia histórica: tradición, anhelos, vida. El elemento histórico-espiritual es el que da existencia y fisonomía a la Patria, al lograr fundir en una todas sus partes.
Ligando con pasión afectuosa los varios componentes, e incitando al culto de la Patria, elabora Bolívar una definición: "Primero el suelo nativo que nada: el ha formado con sus elementos nuestro ser; nuestra vida no es otra cosa que la esencia de nuestro país; allí se encuentran los testigos de nuestro nacimiento, los creadores de nuestra existencia y los que nos han dado almapor la educación; los sepulcros de nuestros padres yacen allí y nos reclaman seguridad y reposo; todo nos recuerda un deber, todo nos excita sentimientos tiernos y memorias deliciosas; allí fue el teatro be nuestra inocencia, de nuestros primeros amores, de nuestras primeras sensaciones y de cuanto nos ha formado. ¿Qué títulos más sagrados al amor y a la consagarción?", I-1449. La Patria no es producto de un ímprtu egoista, ni resulta de la acción excluyente de un grupo selecto ni de una hora estelar. La Patria es una verdad dinámica, en la cual se conjuga el aliento de todos sus hijos y de todos los instantes de su vivir.
Para él la patria no es palabra de vacía demagogia, ni un pretexto de muerte para la agresión fraticida en exclusivo beneficio de reducidas minorias expoliadoras. La Patria es sinceridad, no hipocrecia: La patria es un deber; deber de consecuencia con su tiempo y con su medio; consecuencia con su generación. Es su noción patríotica el vínculo ético es esencial; los requisitos morales son los únicos que exige para el disfrute igualitario de los goces de la vida social. "El hombre de honor no tiene más patriaque aquella en que se protegen los derechos de los ciudadanos, y se respeta el carácter sagardo de la humanidad: la nuestra es la madre de todos los hombres libres y justos, sin distinción de origen y condición", I-493. Por la patria está listo para todos los sacrificios, no solo al de su fortuna o de su vida, sino hasta el del honor y la popularidad; su prédica inspira después el aforismo de Martí: "la Patria es ara y no pedestal".
La patria es el pueblo, la totalidad social de la cual se produce y a la que se debe servir con preferencia. La idea y la lucha de Bolívar jamás se contradicen porque se orientan en pos de un mismo norte; la empresa bolivariana es por definición empresa popular, de absoluta fidelidad revolucionaria, de segura raigambre colectiva. Dista mucho Bolívar de los "demagogos", su verbo los fustiga y su vida los niega. La política lo cautiva y absorbe en cuanto es rectitud, lealtad y vocación por lo popular, interpretación de un recio clima colectivo.
Pero Bolívar rehúye las vaguedades; para él "la patria es la América", II-1072. "Una sola debe ser la patria de todos los americanos", I-294. La patria es realidad actuante y dinámica: es Hispanoamérica; se llama Colombia, Venezuela, se llama Caracas, porque a su ciudad jamás la olvida, es nota constante en su alma. Cualquiera que sean los accidentes, Caracas siempre es la primera en su espíritu, por Caracas inicia el itinerario de su afecto continental.(1)
"Venezuela es el ídolo de mi corazón y Caracas es mi patria, juzgue Ud. -dice a Alamo en 1829- cuál será mi interés por su prosperidad y engrandecimiento", II-826. No cesa de repetir estos sentimientos; "ninguno ama a Venezuela más que yo", II-842. Una vez terminados sus compromisos con el hemisferio desearía consagrase exclusivamente a ella, aunque, conocedor de sus conciudadanos, no oculte declarar: "más miedo le tengo a mi querida patria que a toda la América entera. Soy capaz de encargarme con más facilidad de la dirección de todo el Nuevo Mundo, más bien que de Venezuela", I-1088.
Ni uno solo de los problemas americanos habrá de serle extraño. Su acento patríotico jamás sufrirá cambios, la patria será siempre el estribillo de su canción política. Fuerzas tendrá siempre para el bien de su América. Amor y simpatía habrá para los amigos de su pueblo, y para los malvados habrá, por el contrario, el odio eterno. "Basta de sangre y de ruinas en la pobre Venezuela, ¿mil maldiciones le acompañen al infierno al que pretenda su poder sobre escombros amasados en sangre!", I-1481.

1. En 1825 escribe a Páez y repite lo mismo a Mariano Montilla: estoy "comprometido a defender a Bolivia hasta la muerte como a una segunda Colombia: de la primera soy padre, de la segunda soy hijo: así mi derecha estará en las bocas del Orinoco y mi izquierda llagará hasta las márgenes del Río de la Plata. Mil leguas ocuparan mis brazos, pero mi corazón se hallará siempre en Caracas: allí recibí la vida, allí debo rendirla; y mis caraqueños serán siempre mis primeros compatriotas. este sentimiento no me abandonará sino después de la muerte", I-1181 y 1184.

Proclama el 4 de julio de 1827: "¡Caraqueños! Nacido ciudadano de Caracas, mi mayor ambición será conservar este precioso título: una vida privada entre vosotros será mi delicia, mi gloria y la venganza que espero tomar a mis enemigos", II-1241.

A Fernando Toro escribe en septiembre de 1822, desde Cuenca: "Tu me pintas la suerte de Caracas como es y debe ser. Tu me pides que vuelva sin demora, porque Caracas tiene privilegios sobre mí. Conozco más que nadie los derechos que tiene sobre sus hijos el suelo nativo; debes creerme, estoy devorado constantemente por las más crueles inquietudes con que me represento a Caracas. Un espíritu profético me acerca males remotos e inciertos; yo los saboreo en la amargura de un hijo que mira destrozar el seno de su propia madre, y la criatura de sus entrañas. Piensa, después de esta confesión sincera; lo que la previsión me persuade y me hace expewrimentar, pero oye; yo ya no soy de Caracas sola, soy de toda la nación que mi constancia y mis compañeros han formado...", I-684.